Edificada a principios del siglo XVI, la “Torre da Quinta do Carvalhal” fue mandada construir por André de Vilalobos y Vasconcelos, caballero de la Orden de Avis y poseedor del mayorazgo del Carvalhal. En la misma época mandó también erigir la capilla de la quinta, dedicada a San Cristóbal, que presenta un modelo tardo-gótico alentejano.
A semejanza de varias quintas edificadas en el perímetro de Montemor-o-Novo, la Quinta do Carvalhal evolucionó desde un lugar de recreo hacia un palacio señorial. La construcción inicial, la torre, deriva de los modelos de arquitectura militar, muy utilizados a principios del siglo XVI como símbolos de poder y prestigio señorial.
En la mayoría de los casos, las torres, utilizadas como pabellones de caza, obedecían al mismo modelo, de planta cuadrangular, dividida en cuatro registros, el primero destinado a divisiones utilitarias, el segundo correspondía al piso noble, el tercero se destinaba a aposentos privados, y el último, correspondía a la terraza almenada.
A mediados de la centuria, y con la creciente importancia política de Montemor-o-Novo, estas torres se convirtieron en residencias familiares, transformándose en Pazos, que, aunque eran un símbolo del poder señorial local, tenían estructuras muy simples y despojadas.
De esta forma, en 1569 Nicolau de Castro Cunha, propietario de la quinta, contrató al albañil Diogo Velho (que posteriormente iría a trabajar en la iglesia de Santo Antão de Évora) para ejecutar la construcción de un nuevo cuerpo residencial, adosado a la torre primitiva.

El cuerpo residencial de la Quinta da Torre volvió a ser ampliado en las obras realizadas en el siglo XVII, y a mediados del siglo XIX el jardín y la huerta se ampliaron. En el siglo XX el edificio se quiso transformar para vivienda de turismo rural, pero en la época de nuestra visita continuaba cerrado y abandonado.
Fuente DGPC