Seguimos camino de Lisboa partiendo de nuestra última visita, el Forte de Santo Antonio da Barra. Justo antes de entrar en el municipio de Oeiras veremos a la izquierda de la Avda. Marginal el clausurado Hospital Dr. José de Almeida, en la parte occidental de la playa de Carcavelos. Este hospital se construyó sobre el fuerte denominado São Domingos de Rana ou do Junqueiro.
Este fuerte de Rana jugó un papel destacado durante la invasión napoleónica, al cruzar sus fuegos con el de São Julião da Barra, en el lado de levante de la ensenada de Carcavelos, para garantizar el posible embarque de las tropas británicas en caso de que los franceses lograran rebasar las llamadas Linhas de Torres Vedras que protegían la capital.
En el municipio de Oeiras vamos a encontrar un conjunto de fuertes para la defensa del Tajo pertenecientes a varias épocas constructivas. Del siglo XVI la Torre de Bugio y el Forte de São Julio da Barra. A la segunda mitad del siglo XVII, durante la guerra de restauración, pertenecen el Forte São Pedro de Paço de Arcos (ya desaparecido), el Forte Sao João das Maias, el Forte Santo Amaro do Areeiro, el Forte Sao Bruno de Caxias y el Forte de Giribitas. En diferentes momentos del siglo XVIII se edificaron la Batería de Feitoria y el Forte de Catalazete. Incluso ya a finales del siglo XIX se construye el Forte de Caxias ou D. Luis dentro del “Campo Entricherado de Lisboa”. Nada menos que diez fortificaciones en apenas 6 km. de costa, pues Oeiras era el último punto de defensa antes en llegar a la Torre de Belem, ya en la capital.
Situado en un saliente rocoso a levante de la ensenada de Carcavelos, el «Forte de São Julião da Barra» fue el más importante de cuantos se construyeron en la costa lisboeta, tras la Cidadela de Cascais y una de las más potentes y mas completas fortificaciones costeras abaluartadas de Portugal.

Su papel en el control de la entrada de navíos en el estuario del Tajo, cruzando fuegos con el Forte de São Lorenzo o Torre de Bugio (situada en un islote en el centro del Estuario) era decisivo en el plan de defensa de la capital.
Historia do Forte de São Julião da Barra
João III nombró al reconocido arquitecto Miguel de Arruda «Mestre das Obras de Fortificação do Reino, lugares d’Além e Índias» en 1549. Y, siguiendo las recomendaciones de su Consejo de Guerra que entendía que la defensa de Lisboa no podía sustentarse tan sólo en el castillo de San Jorge y en la antigua Cerca Fernandina, le encomendó el diseño de una Torre Abaluartada según el modelo abaluartado italiano en la Punta de São Gião

Las obras se iniciaron entre 1553 y 1556 y quedaron confiadas a António Mendes, pero habían avanzado poco a la muerte del Rey en 1559. Un tributo especial fue lanzado en 1562 para concluir las obras, de forma en se dieron por concluidas en 1568, al término de la primera regencia del Cardenal D. Henrique. Por ello en un primer momento el fuerte fue conocido como la «Fortaleza del Cardenal».
Aquella primera fortificación estaba compuesta por cinco baluartes de diferentes dimensiones y, en el interior, además de las instalaciones de acuartelamiento y almacenes, se construyó en el centro de la plaza de armas una gran cisterna que constituye su núcleo central, a semejanza de lo que sucede en las fortalezas de Mazagón (actual Al Jadida en Marruecos) y de la isla de Mozambique.

Sin embargo, no fue capaz de impedir el avance de las tropas españolas bajo el mando de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, tercer duque de Alba de Tormes, que la cercaron por de tierra, capitulando en seis días.
Por ello el Duque de Alba, una vez instaurada la monarquía española en Portugal, ordenó al ingeniero militar Giovan Giacomo Palearo Fratino que reforzara la fortificación de São Julião, en el marco de un plan de mejora de las defensas de Lisboa.
Palearo procedió a correcciones en el trazado del foso, hizo levantar nuevas baterías, y amplió las defensas del flanco oeste. A partir de 1582 se procedió a la edificación de la explanada baja del lado este, añadiendo los baluartes bajo la invocación de San Felipe y de San Pedro. En mayo de 1589 la flota de Sir Francis Drake (unos 150 buques) decidió no arriesgarse a forzar la barra del Tajo por el temor a la potencia de fuego de esta fortaleza. Sir William Monson, que entonces integraba la flota y que se convertiría en uno de los grandes almirantes de Inglaterra, refirió aquella defensa como «una de las más infranqueables fortalezas marítimas de Europa».
A partir de 1597 el ingeniero militar Leonardo Torriani asumió la dirección de sus obras de ampliación y refuerzo. En conjunto, transformaron el Forte de São Julião en la fortificación más grande y poderosa del reino de Portugal en aquel momento. En ese periodo, las instalaciones de la fortificación comenzaron a utilizarse como prisión política del Estado portugués, función que continuó en los siglos siguientes hasta la primera República Portuguesa.
Durante la guerra de Restauración, dentro del ambicioso plan de refuerzo de la fortificación del litoral lisboeta, tuvieron lugar a partir de 1650, nuevas obras de ampliación y refuerzo de la fortaleza. Destacar la construcción, por el lado de tierra, de un nuevo revellín, único ejecutado de los proyectados por Nicolás de Langres con el objetivo de dotar a la fortificación de una nueva defensa por el lado de la tierra, en el convencimiento de que ese era el punto más débil de la fortificación. En 1655 se construyeron nuevos cuarteles y alojamientos para la guarnición.

Bajo el reinado de José I de Portugal fueron realizadas nuevas obras de recuperación y expansión en 1751, ahora en los muros por el lado del río, la casa del gobernador, en los cuarteles y en las cisternas.
El terremoto de 1755 afectó también al Fuerte, particularmente a la Torre del Faro que se elevaba en el Centro de su plaza. La Torre fue elevada y estaba en funcionamiento en 1761. Por esa época el Marqués de Pombal encarceló aquí a 124 jesuitas a partir de 1759.
Durante todo el siglo XIX continuó con su función de prisión política. Uno de sus más famosos detenidos fue el general Gomes Freire de Andrade, acusado de estar implicado en una conspiración contra la presencia inglesa y la monarquía absolutista. Ejecutado, su cuerpo fue quemado y sus cenizas arrojadas al Tajo el 18 de octubre de 1817.

Ya perdidas sus funciones militares, en el siglo XX, fue adaptado a funciones de representación del Ministerio de Defensa. En el ejercicio de estas funciones, fue utilizado para la recepción del general norteamericano Dwight David Eisenhower en 1951 y la del mariscal británico Bernard Law Montgomery en 1952.
En 1957 el «Forte de São Julião da Barra / Farol de São Julião» fue clasificado como Inmueble de Interés Público. En este momento continua estado afecto al Ministerio de Defensa Nacional, visitable tan solo mediante petición previa. En 2012 recibió a la canciller alemana Ángela Merkel.
Descripción

El Forte presenta planta irregular casi pentagonal, de volúmenes constituidos por compleja articulación de varios elementos defensivos. De la playa de la Torre a la de Carcavelos el fuerte se aísla por un profundo y ancho foso que describe una «V» muy abierta en cuyo vértice se encuentra el puente de acero que conecta y da acceso al fuerte. Otro foso más pequeño ligado al principal protege el revellín.
Poderosos baluartes, altas cortinas, grandes terrazas de baterías interconectadas por varias rampas y por caminos de ronda, completan la defensa. Para levante se alza imponente la masa del baluarte del Príncipe o del Rey D. Fernando. Hacia el mar los baluartes de poniente multiplican cortinas, reentradas, avanzados ángulos y baterías. El de Santo António es el más espectacular, subordinando su forma a la zapata de rocas.
La cisterna es espectacular. Tiene 3 naves de diferentes tramos y con bóveda de crucería sobre columnas toscanas.
La torre del faro, por su parte, dispone de garitas en las esquinas. Tiene tres con una altura de 24 m, la luz se encuentra a 39 m de altitud y su alcance luminoso es de 14 millas (26 km), con una característica luminosa de ocultaciones de color rojo, con un período de tiempo 5 segundos.

El fuerte posee además biblioteca, capilla, casamatas, algunas con claraboyas y un conjunto de viviendas que servían de alojamiento a los elementos de la guarnición y sus familias.