Breve história de Barcelos
Cualquier día es bueno para visitar Barcelos, pero mejor aún si es jueves, cuando se celebra su “feira” tradicional, que se remonta nada menos que al siglo XIII. Téngase en cuenta que es considerado uno de los mayores centros de artesanía del país, destacando la cerámica, la alfarería, la cestería y el latón. Pero también destacan tejidos, porcelana, bordados, pasamanerías, mantas, retales, alfombras, tallas, arreglos florales, trabajo del cobre y la fabricación artesanal de remos para barcos y de carros de bueyes.

El origen del nombre es incierto. He leído que significa “tierra ribereña y plana”. También que viene de Barcellus o barquinho. Mas allá de vestigios prehistóricos, Barcelos empieza a ganar relieve a mediados del siglo XII, cuando D. Afonso Henriques le concede carta-foral, más tarde confirmada por Afonso II. Su dinamismo y el crecimiento poblacional convence a D. Dinis de concederle el estatuto de ciudad en 1298 y transformarlo en el primer condado portugués.
Desde el 1er conde de Barcelos, D. João Afonso de Meneses, el título e mantuvo en esta familia hasta el sexto conde, también D. João Afonso. Este murió en la batalla de Aljubarrota en 1385. Más tarde el título fue transferido al 1er duque de Bragança que trasladó su sede de Chaves a Barcelos, convirtiéndose en un gran condado con un vasto poder político y económico
El siglo XV fue un período esplendoroso para la ciudad. Fueron construidos algunos de sus monumentos más significativos, como el Paço dos Pinheiros o el de los Duques de Bragança, amén del reforzamiento de las murallas y la construcción de la iglesia matriz.
Desde entonces Barcelos, situado en el camino de Santiago, ha sido un importante punto comercial del Norte de Portugal.
As Muralhas de Barcelos
Barcelos no llegó a disponer de un castillo. La construcción de sus murallas la emprende el octavo Conde de Barcelos y primer Duque de Bragança en la primera parte del siglo XV. Esta cerca sería, en líneas generales, la misma dibujada por Duarte de Armas («Livro das Fortalezas«, 1509). Guarnecida con almenas, la muralla estaba reforzada por cuatro torres, en las que se abrían las principales puertas de la ciudad:

Torre y Puerta del Puente – defendiendo el acceso a la villa por el puente sobre el río Cávado, ligada al Paço de los Duques;
Torre y Puerta del Valle – en la cara noroeste de la muralla, guarnecía ese sector;
Torre y Puerta del Homenaje (también conocida como Torre de Barcelos, Torre de Cimo da Vila o Torre de la Puerta Nueva, hoy la única existente), de mayores dimensiones, se levantaba al norte, en el camino hacia Ponte de Lima y Viana do Castelo. En el siglo XV fue utilizada como residencia del alcalde mayor, siendo conocida como «el castillo» hasta el siglo XVII. Desde esas fechas hasta 1932 fue utilizada como prisió


La Torre de Barcelos presenta planta cuadrangular, con paredes formadas por enormes piedras de granito, que, en el lado norte, llegan a tener dos metros de espesor. Fue Clasificada como Monumento Nacional en 1926 y hoy alberga el Centro de Artesanía y la Delegación de Turismo. Nuestra visita se realizó en 2013, cuando estaba en obras de conservación.
Al este del puente, una torre de menores dimensiones defendía el Postigo del Pessegal, estrecho pasaje que comunicaba con la Fuente de la Villa en la orilla del río, camino cuya defensa era reforzada por una pequeña barbacana.
Durante el siglo XVIII y XIX fueron derribadas las torres y demolidas las murallas con la excusa de la expansión urbana. ¡Ay!
A Ponte sobre o río Cávado
Un puente que conecta Barcelos con Barcelinhos es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Al tiempo es uno de los más significativos de la Baja Edad Media, solo sobrepasado por los de Ponte de Lima y Ponte da Barca.
Su construcción tuvo lugar en el siglo XIV, desde 1325 a 1328, durante el gobierno de D. Pedro, hijo bastardo de D. Dinis y conde de Barcelos entre 1314 y 1354, que fue enterrado en tumba monumental en el Monasterio de San Juan de Tarouca.

Al contrario de lo que fue habitual en la Baja Edad Media, en que los puentes suelen ser de caballete de doble rampa, en Barcelos se adoptó el perfil horizontal, opción plenamente justificada por la amplitud del tramo que había que salvar. Sin embargo, los dos arcos medios son ligeramente más altos que los cuatro restantes, lo que sugiere un ligero caballete.
La conexión (física y simbólica) entre el Paço que construyeron los Duques en el siglo XV y el puente se hacía a través de una torre de dos pisos, que controlaba el paso. En el piso inferior, estaba abierta por tres amplias arcadas. De esta estructura no quedan más que los cimientos donde se apoyaba la muralla, pero fue todavía dibujada por A. Augusto Pereira, en una pintura de 1856.

Desde la orilla sur del puente, hay una espléndida vista del Paço de los Duques, su fortificación y la Iglesia Matriz; merece la pena desviarse un poco de la visita al centro histórico para contemplar esta vista sobre las aguas del Cávado.
O Edifício Solar dos Pinheiros
Se trata de un edificio con reminiscencias defensivas, que constituye una importante muestra de la arquitectura civil de la nobleza enriquecida por los descubrimientos portugueses y el comercio exterior.
Construido por Pedro Estévez a mediados del siglo XV, el edificio que hoy podemos contemplar es el resultado de cuatro grandes reformas ejecutadas entre los siglos XV y XVII.

Del núcleo primitivo de la casa subsisten los portales de la planta baja, ya que la actual fisonomía del edificio, un cuerpo central de planimetría rectangular enmarcada por dos torres, es fruto de la primera gran campaña reformadora mandada ejecutar en los últimos años del siglo XV por Álvaro Pinheiro, hijo del fundador de la casa. Esta campaña de obras produjo un modelo de arquitectura señorial que, aunque sin poseer almenas, fue inspirado en el palacio edificado en Ponte de Lima por D. Leonel de Lima, siendo utilizado en la arquitectura civil señorial desde los finales de la Edad Media hasta el período barroco.
Fue declarado Monumento Nacional en 1910
O Paço dos Condes de Barcelos ou dos Duques de Bragança
Este hermoso Paço fortificado fue construido en la primera mitad del siglo XV por D. Afonso, octavo conde de Barcelos y primer duque de Bragança, al tiempo de las murallas de la ciudad, con las que se complementaba.
Queda muy poco de él, algunas paredes y una chimenea tubular de las cuatro con que contaba. También desapareció la torre que lo ligaba al puente sobre el Cávado.

A pesar de este estado ruinoso, es un buen testimonio de las construcciones nobles del final de la Edad Media, cuando una significativa parte de los castillos recibió alas residenciales para sus alcaides o propietarios.
Aunque en un dibujo de 1870 todavía se representa con un aspecto compacto, con sus cuatro grandes chimeneas y la torre con sus arcadas controlando el puente, en realidad la decadencia empezó en el siglo XVII. En 1609 se encontraba en muy mal estado y, un siglo después, los canónigos de la Colegiata pidieron autorización al rey para utilizar su piedra en la renovación de la Iglesia Matriz. Pero a partir de los daños ocasionados por el terremoto de 1755, la decadencia fue imparable. En 1800 se derrumba la torre que defendía el puente y a partir de 1808 el ayuntamiento empezó a desmantelarlo, no sólo para aplicar la piedra a otras edificaciones, sino también por el peligro de caída.

Fue declarado Monumento Nacional en 1910. En 1920 se empezó a utilizar como Museo Arqueológico de Barcelos: un museo al aire libre salpicado de tumbas medievales, columnas romanas, una cruz de piedra del siglo XIV, restos de elementos arquitectónicos y, como no, el “Cruceiro de O Senhor do Galo”
A lenda do galo de Barcelos
Otra interesante característica de Barcelos es la riqueza de sus leyendas y tradiciones, entre ellas particularmente la conocida sobre el gallo de Barcelos, pero también la referida al alcaide de Faria, de la que hablaremos en su correspondiente apunte, o la leyenda del Fraile.

Convertido en símbolo de Portugal, el gallo de Barcelos fue creado por el artesano Domingos Côto, inspirándose en la leyenda del gallo de Barcelos. Una de las versiones de la misma cuenta que un peregrino gallego que se dirigía a Compostela fue acusado, a su paso por Barcelos, de un crimen que no había cometido y fue condenado a la horca.
En una apelación final, pidió una reunión con el juez que dictó la condena y que le recibió cuando se disponía a comer un gallo asado. El imputado juró que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría del plato y cantaría: “É tão certo eu estar inocente, como certo é esse galo cantar quando me enforcarem”. El magistrado no le creyó, pero cuando el preso iba a ser ahorcado, el gallo se levantó y cantó.
Habiéndose dado cuenta de su error, el juez corrió a la horca y descubrió que el peregrino se había salvado gracias a un nudo mal hecho en la soga con la que iba a ser ahorcado.
Esta historia fue muy difundida por toda Europa, aunque dejó su mayor marca en suelo luso, donde se ha convertido en una de las principales insignias del turismo portugués que podemos encontrar en cualquier rincón del país.
Excelente!
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