Fortificações de Caminha

Iniciamos nuestro recorrido por las fortificaciones de la ribera izquierda del Minho. Visitaremos primero la bonita ciudad de Caminha para seguir con Vila Nova de Cerveira, Valença, Monçao y Melgaço. Y finalizaremos nuestro recorrido por el distrito de Viana de nuevo en el Parque Nacional Peneda-Gerés, en el castillo roquero de Castro Laboreiro

Las fortificaciones de Caminha integraban la línea defensiva fronteriza frente a España cuyo propósito era controlar la desembocadura del rio Miño y la posibilidad de que tropas enemigas subieran el rio. Hoy se estudia como parte de un complejo mutuamente relacionado con las fortificaciones de A Guarda en el lado español y el Fuerte de Ínsua.

La fortificación medieval

Según los vestigios arqueológicos, el primer reducto poblacional se levantó al sur de la actual ciudad, en el Alto do Coto da Pena, donde aún se localizan vestigios de un rudimentario castillo, en torno al cual se organizó el control territorial de esta parte del Miño entre los siglos X y XII. Pero ya en el siglo XIII, la mayor seguridad de las zonas costeras permitió a las poblaciones acercarse a la desembocadura del río, en una zona más baja, fértil y de mejor acceso al mar.

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La actual villa de Caminha se funda en el siglo XIII por iniciativa del rey Afonso III. Su fundación da cuenta de la estrategia de afirmación del poder regio mediante la fijación de las poblaciones y la distribución del territorio al tiempo que se fortalecía la defensa de una frontera particularmente líquida (nunca mejor dicho) por los lazos existentes entre las poblaciones de ambas orillas como he señalado en otro apunte.

En el siglo XIII, la población pesquera de Caminha sería ya considerable, pero, paradójicamente, los hombres que le dieron su primera identidad quedarían relegados a los arrabales de las murallas construidas por Afonso III. Fue así porque se diseñó una ciudad de raíz, racional desde el punto de vista miliar y urbanístico. En Caminha, «las calles precedieron a las casas», expresión que define con exactitud la amplitud del proyecto que se llevó a cabo.

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En efecto, la malla urbana del conjunto intra-murallas confirma el racionalismo de la construcción. A diferencia de los viejos núcleos históricos de calles sinuosas, Caminha se caracteriza por una planificación urbana en cuadrícula, de acuerdo con los modelos de ciudades militarizadas de entonces y permitiendo una implantación de las viviendas bastante regular. La Rua Dereita dividía el espacio urbano en dos partes prácticamente idénticas, conectando la Puerta de Viana con la Iglesia Matriz, y organizando los principales espacios de comercio y de administración.

El recinto amurallado presentaba planta ovalada, común en la arquitectura militar gótica en el país, con los muros reforzados por 10 torres. Disponía de tres puertas: la del Sol, que comunicaba con el río y los astilleros; la del Mar que se abría al muelle; y la puerta principal, la de Viana, por dar acceso a la carretera medieval que conducía a Viana do Castelo.

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La torre que defendía esta última, era la más robusta del conjunto amurallado, de planta cuadrada y dos pisos, era en origen la Torre del Homenaje. En ella se inscribía el escudo de armas (símbolo de la autoridad regia) y albergaba una imagen sacra (símbolo de la devoción popular). En 1673 recibió el reloj público de la villa, pasando a denominarse «Torre do Relogio». La campana de este reloj fue fundida en 1610 y se aloja en la pirámide que entonces pasó a coronar la torre. Durante la Guerra de la Restauración, D. João IV hizo colocar en esta puerta una imagen de piedra de Nuestra Señora de la Concepción. Hoy la Torre do Relogio es uno de los símbolos más significativos de la ciudad albergando el Núcleo Museológico del Centro Histórico de Caminha.

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La Torre do Relógio

Como conocemos por el dibujo de Duarte d’Armas realizado en 1509, la muralla disponía de una barbacana, obra de João I, de la que apenas existen ya vestigios.

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Los dibujos de Duarte d’Armas en 1509

La fortificación abaluartada

Durante la Guerra de la Restauración de la independencia de Portugal (1640-1668) la posición fronteriza de Caminha recuperó valor estratégico. Por ello el Consejo de Guerra de João IV decidió reforzar y modernizar las defensas adecuándolas a las nuevas técnicas de guerra artillera y dotándolas de una extensa línea de baluartes y torreones. Junto con la fortaleza de Viana, Valença y Monçao, era una de las cuatro principales fortalezas donde descansaba la defensa del noroeste portugués, que se complementó con pequeños fuertes.

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Planta de la fortificación de Caminha por Mel Pinto Vila Lobos. 1713

La fortaleza así construida presentaba planta poligonal irregular, con paramentos en talud, rematados con cordón y parapeto de merlones y cañoneras. La fortaleza formada dos núcleos: uno integrando el burgo medieval y envolviendo la zona más noble de la villa, que se extendía hacia E. y SE. y la segunda envolviendo la zona de viviendas de los pescadores, y que existía como arrabalde de la villa desde el s. 13.

En la muralla, defendida por fosos inundados y contraescarpas, se rasgaban 6 puertas: la de Viana (o Puerta Nueva de la Misericordia), la de la Corredoura – ambas con puente levadizo -, la del Muelle (o Puerta del Vau), la de Viana, la de Arga del Coura, la de Santo António y la del Açougue.

Los trechos de murallas que llegaron hasta nuestros días, parte de la Edad Media y parte setecentistas, fueron clasificados como Inmueble de Interés Público en 1967.

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