Defensas costa andaluza 178. Punta Cantera y polvorines de Fadricas

La Punta Cantera es un promontorio rocoso que se adentra en el saco de la Bahía y que tuvo un papel destacado en la defensa de la Isla dada su situación adelantada en la Bahía, desde la que sus cañones podían batir Puerto Real, el Trocadero y el fuerte San Luisa, además del camino que une Cádiz con San Fernando

Fadricas en un plano de 1775. Rotulación Web Milán. Aparecen el embarcadero y el muelle

En 1730 se construyeron los tres primeros almacenes para la pólvora negra que necesitaba la incipiente Armada borbónica: Santa Bárbara, San Bernardo y San Jerónimo. Eran edificios con doble tejado a dos aguas, e interior con dos bóvedas paralelas diseñados por el ingeniero Próspero Verboom. Hoy día quedan dos de ellos.

Entre los años 20-30 del siglo XX se añadieron cuatro polvorines tipo Miranda. Y a partir de 1955 un total de 20 de los llamados tipos A, B o C.

A finales del siglo XVII se había construido un Embarcadero, del que todavía restan los espigones, junto a la llamada Casa Blanca. Todo ello al calor de la importante actividad comercial en Fadricas al amparo del auge económico de Cádiz. Esta actividad tenía tres direcciones: comercio hacia las Indias, provisión de víveres y demás pertrechos para las flotas armadas y apoyo al abastecimiento del incipiente núcleo de vecinos de la Isla de León.

Embarcadero siglo XVII (Wikiloc)

Como no se podía utilizar el embarcadero de Fadricas, en 1731 se construyó una rampa para descargar la pólvora en barcazas mientras los bajeles esperaban fondeados en la bahía. Dada la peligrosidad de este trasiego se encargó a Joachim Manuel de Villena la construcción de un espigón para facilitar el desembarque de la pólvora; el proyecto fue presentado en 1751. Pero no fue hasta 1776 que se construyó una versión simplificada del mismo eliminando el proyectado baluarte poligonal en su extremo.

Hoy día el Espigón de Punta Cantera, aún visible, resiste a duras penas los empellones de la pleamar. Describía Miguel Ángel López Moreno en 2001 como sus bellos sillares van quedando esparcidos en el fango de la bahía. La mar lo va descarnando, pacientemente, en un intento de recuperar su lugar…

En primer plano el muelle o espigón de la pólvora de su majestad

Las murallas que defienden Punta Cantera se construyeron a partir de 1777 y al amparo de sus muros en 1808 se instaló por primera vez una batería de morteros para acosar a la escuadra francesa de François Étienne de Rosilly-Mesros, fondeada en la bahía a su alcance. En el fuego que se intercambió a partir del 9 de junio, las andanadas francesas hicieron blanco en las posiciones de Punta Cantera hasta desmontarlas.

Más adelante, en 1810, cuando las tropas napoleónicas establecieron el cerco y se reconocieron las defensas de La Isla de León, se encontró que, en la Costa Oeste, desde la Punta de la Clica hasta Puntales, no existía artillería que oponer a los franceses si intentaban un desembarco por la bahía. En consecuencia, en noviembre de ese mismo año se iniciaron los trabajos para instalar baterías en Punta Cantera, Lazareto y Osio. Sus fuegos cruzados impedirían eficazmente cualquier intento de desembarco enemigo.

Baterías de la costa oeste en un plano de 1825

La batería de Punta Cantera, también conocida como Reducto Inglés número 22, se construyó en torno al almacén Santa Bárbara y estuvo artillada con tres morteros, dieciséis cañones de a 24 libras y dos obuses de a 9. En total veintiuna piezas. La servía una tropa compuesta de 200 soldados portugueses e ingleses, que se alojaron en el Santa Bárbara.

La batería instalada en Punta Cantera no tuvo demasiado trabajo durante el asedio francés de 1810/12 al estar las aguas de la bahía en poder de españoles e ingleses.

Posteriormente, el gobierno absolutista de Fernando VII y su desprecio a la constitución aprobada en 1812 durante el asedio, va creando una serie de tensiones políticas que desembocan en el pronunciamiento de los jefes militares Riego, Quiroga, López Baños y otros, el 31 de diciembre de 1819.

Batería de Punta Cantera o Reducto Inglés nº 22. Carlos Vargas Machuca 1812

Las tropas sublevadas, acantonadas en Cabezas de San Juan, marchan hacia La Isla de León y la toman por sorpresa el 3 de enero de 1820. Tratan de hacer lo mismo con el fuerte de la Cortadura, pero ya estaban avisados y son rechazados. Los constitucionales sí logran tomar el Arsenal de la Carraca y sumar a su causa la guarnición que la defendía. Pero poco después, enterado el rey, mandó un ejército de 20.000 hombres al mando de los generales Manuel Freire y José O’Donell.

Cádiz permanece en manos de los realistas (obedientes al poder absoluto del rey) y del fuerte de la Cortadura parten continuos ataques que tratan de romper el frente por la Ardila y Santibañez, al sur de San Fernando. En la bahía fondea la escuadra realista al mando del general Juan María de Villavicencio.

Las murallas desde el Sur

En este contexto, los cañones instalados en la batería de Punta Cantera tuvieron una actuación decisiva puesto que todas las escaramuzas se desarrollaban dentro de su alcance. Su fuego contribuyó a rechazar los ataques que partían del fuerte de la Cortadura y que pretendían tomar el de Torregorda o el enclave de Santibañez, ambos en poder de los sublevados.

Mientras tanto, el ejemplo de la sublevación se extendió por la Coruña, Vigo, Ferrol, Oviedo, Gijón, Zaragoza y Madrid. Finalmente, Fernando VII, ante la evidencia de un país sublevado, el 9 de mayo de 1820, se vio obligado a jurar la constitución de 1812. Era el 9 de mayo de 1820 y las baterías de La Isla, entre ellas la de Punta Cantera, contribuyeron con su fuego a que la historia discurriera por esos derroteros.

Se inicia el Trienio Liberal de 1820 al 23, pero las potencias europeas, reunidas en el Congreso de Verona, deciden intervenir en España para devolver el poder absoluto a Fernando VII. Con esa intención el duque de Angulema, futuro rey Carlos X de Francia, invade la península al mando de un ejército de 70.000 franceses. A estos van sumándose tropas españolas hasta formar los “Cien Mil Hijos de San Luís”. El gobierno constitucional, con el rey retenido, se refugia en San Fernando-Cádiz y se repite una situación similar a la de 1810. En junio de 1823, el ejército del duque de Angulema estableció un cerco total a La Isla, Cádiz y toda la bahía.

Murallas desde el Oeste

Mientras tanto, a marchas forzadas se refuerzan de nuevo todas las baterías de San Fernando, entre ellas la de Punta Cantera. Los trabajos fueron bastante burdos por la premura que imponía el avance absolutista. Se levantaron con sillares de roca ostionera extraídos de otras construcciones, con piedras de mampostear del entorno, con viejos ladrillos, incluso con restos de ánforas romanas, en suma: con cualquier material que se encontrara a mano. Casi todos esos añadidos se mantienen hoy día en pie y son claramente visibles sobre las construcciones originales.

Pero esta vez el desenlace estaba cantado, el fervor patriótico de la tropa y de la población no está tan arraigado como en la lucha por la independencia. En agosto de 1823, el duque de Angulema ordena atacar y tomar el Trocadero a toda costa. El bombardeo artillero, desde distintos ángulos, duró diez días ininterrumpidos y acabó batiéndolo por completo

Desde la toma del Trocadero los enemigos se pusieron a tiro de los cañones instalados en Punta Cantera y de hecho intervienen en las escaramuzas que se suceden en los días siguientes, cuando los franceses abren varios frentes a la vez.

Grabado de la derrota de los constitucionalistas en la Isla de León en 1823

Pero esta guerra estaba perdida. Primero cae el castillo del islote de Sancti Petri, luego se rinde la guarnición de la batería de Urrutia. Finalmente, los generales del ejército constitucional, Antonio Burriel, y de Marina, Cayetano Valdés, convencieron a la Regencia de que mantener la lucha sólo supondría una cruel y sangrienta derrota. La paz se firmó el 30 de septiembre de 1823 y Fernando VII volvió a ser el despótico monarca que la historia describe.

La batería de Punta Cantera había disparado su último cañonazo.

Abandonados en 2001 por el ejército, que trasladó sus efectivos a Rota, tras 22 años los polvorines de Fadricas siguen deteriorándose y sometidos al despojo. Aunque este año pasaron finalmente a propiedad del Ayuntamiento. Solo queda desear que se proteja de la especulación y del mal gusto, y de lo chauvinista y de lo hortera: deseamos que el Conjunto de los Polvorines de Punta Cantera – Fadricas sea declarado Bien de Interés Cultural. Puedes firmar el manifiesto en el enlace

Nota: El texto y planos y algunas fotos de este post están extraídos de la muy completa Web de Milán

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