Durante la Guerra de Sucesión española, la escuadra anglo-holandesa al mando del almirante sir George Rooke llegó a Gibraltar en 1704, sitiando la plaza por tierra y por mar. La guarnición era muy escasa y el día 4 de agosto de ese año se rindió. Los ingleses izaron su bandera en nombre de la reina Ana, símbolo que, desde entonces, nunca ha sido arriado en el Peñón

Pese a los diversos tratados firmados, entre ellos el de Utrecht, los Borbones consideraron la recuperación de Gibraltar como una de sus máximas prioridades en el siglo XVIII, pero con nula fortuna. Intentaron recuperarlo militarmente en varias ocasiones con el concurso de Francia: en 1704-1705, en 1727 y durante el llamado gran asedio de 1779-1783. En todos los casos las intentonas se estrellaron contra las formidables defensas de Gibraltar.
En 1730, concluido el segundo asedio, se encarga al Director de Ingenieros Isidro Prospero de Verboom la fortificación de toda la Bahía de Algeciras como hemos visto, levantándose los fuertes que se señalan en el mapa (destacados aquellos que de los que quedan restos que veremos en posteriores entradas del blog). Entre ellos la llamada Línea de Contravalación de Gibraltar.

Tal Línea consistió en la construcción en el istmo que une a Gibraltar (recuérdese que aún no existía la ciudad de La Línea) de dos fuertes, uno situado a levante y otro a poniente, unidos ambos por una línea de fortificación, con el propósito de impedir el tránsito y prevalecer los derechos sobre el istmo y controlar que los barcos ingleses no atracaran fuera del puerto de Gibraltar.
En 1731 se inicia la construcción de los dos grandes fuertes, llamados de Santa Bárbara a levante y San Felipe a poniente.
El de Santa Bárbara (el único del que se conservan restos) estaba construido con parapeto de casi 6 metros de altura, con caras de sillería y muralla exterior en forma de banqueta. Los cañones estaban colocados en su ala de levante, mirando hacia el mar. La otra miraba hacia el Sur y Sudoeste, para batir todo el istmo y frente Norte de la zona, teniendo además capacidad para el alojamiento de la tropa.

El de San Felipe estaba basado en los mismos principios constructivos. Su misión era batir el muelle Viejo de Gibraltar, la «Lengua del Diablo» (llamada así por la cantidad de cañones emplazados en ella) y a la escuadra inglesa que, como en sitios anteriores, se aproximase por este lado de la bahía, para destruir las baterías y fortificaciones de vanguardia emplazadas en el istmo. Era un poco más grande que el de Santa Bárbara, terminando en un espigón que cerraba el paso por la playa.
Para completar el cierre total de acceso al Peñón, se construyó una gran Muralla Central que unía ambos fuertes. A distancia equidistante se emplazaron varios baluartes en punta de diamante con sus cuerpos de guardia respectivos, Fueron los baluartes de Santa Mariana, San Benito, San José, San Fernando y San Carlos.

Toda la construcción quedó finalizada en 1735. Pero la invasión de la Península Ibérica por las tropas napoleónicas en 1808 da un giro a las relaciones con Inglaterra, convirtiendo a Gibraltar en una importante base en la lucha contra los franceses. Para evitar que fuesen utilizados por estos, el 14 de febrero 1810 los dos Fuertes de Santa Bárbara y San Felipe, así como toda la Línea y resto de los fuertes que rodeaban a la bahía, son demolidos por los ingleses. Si hubo acuerdo o no del mando español aún está en debate. El caso es que los ingleses desmantelaron todo el sistema defensivo levantado en la década de 1730 frente a Gibraltar.

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