He dudado si incluir las fortificaciones de Casares en este recorrido, pues se encuentran algo alejadas del litoral (a casi 9km. en línea recta) y puede parecer que su relación con la defensa costera es relativa. Pero finalmente me he decidido por incluirlas, pues se trata de unas soberbias fortificaciones que no sólo defendían la población sino el acceso desde la costa a las conflictivas serranías rondeñas.
Según Gozalbes Cravioto existe un gran vacío documental sobre la historia medieval de Casares. Las referencias árabes son muy escasas. No es hasta el siglo XIII, formando parte del protectorado benimerín, cuando Casares adquiere gran importancia como una de las fortalezas situadas entre el litoral del Estrecho y la Serranía de Ronda. Desde su ubicación se dominan los valles, colinas y llanuras costeras que se extienden desde la serranía de Ronda hasta la Bahía de Algeciras, teniendo enlaces ópticos con Jimena, Castellar y Gibraltar. Servía por ello de elemento de comunicación entre las ensenadas litorales de Manilva y Estepona y las fortalezas, torres y aldeas del interior, así como con la ciudad de Ronda.


Cuando Marbella capituló en 1485, la villa de Casares también lo hizo, pasando a depender de la Corona, que luego la enajenó al duque de Cádiz en 1491.
La documentación de la época cristiana parece indicar que Casares tuvo una jurisdicción muy amplia en la última época musulmana comprendiendo, además de su actual término municipal, los actuales municipios de Genalguacil, Jubrique y Manilva, además de la jurisdicción sobre numerosos despoblados.


El recinto amurallado tiene forma de polígono irregular con diversos entrantes y salientes provocados por los condicionantes topográficos, ya que el muro, especialmente en sus partes sur, oeste y norte, sigue el borde de un profundo barranco conocido como “la planá”. Es por ello por lo que la muralla no llega a tener gran altura, siendo en algunas partes (principalmente al borde del barranco) un simple muro quitamiedos.
El perímetro del recinto es de 770,50 metros, y su superficie alcanza los 23.692 m2. Siguiendo a Torremocha y Sáez el espacio murado dispondría de tres recintos, el bajo o exterior, el alto y el arrabal.

El primero -recinto exterior- se encuentra en el lado sureste donde la pendiente de la peña se suaviza y debió de hacer las funciones de barbacana y protección del acceso a la villa. Se prolonga por el norte, tras enlazar con la muralla cerca de la puerta del Arrabal, con una coracha y torre albarrana poligonal sobre un saliente rocoso.
El recinto alto o de la villa propiamente dicho, englobaba a la población, con un aljibe de gran capacidad y las viviendas medievales descubiertas por las excavaciones.
El cuanto al recinto del arrabal delimita la peña por el flanco noroeste y los muros del alcázar y disponía de su propia puerta.
Este último, el alcázar, corona la villa en el extremo norte del recinto. Apenas quedan restos de lo que fue, aunque aún conserva parte de sus muros y torres. Tuvo una extensión de 1.344 m2


Con respecto a las puertas de ingreso, se conserva la única puerta de acceso a la fortaleza, conocida como “Arco de la Villa”. Se abre en el interior de una torre de planta cuadrada, formando un pasadizo acodado, en el que actualmente se ubica el Museo de Etnohistoria. Una segunda puerta se abre en el ángulo norte de la muralla para dar paso al Arrabal y que es conocida como el “Arco del Arrabal”.


Localización: 36º 26’ 36,4’’ N / 5º 16’ 24,7’’ W
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