El Ferrol de mediados del siglo XVI era una modesta población de gentes dedicadas desde siempre a la pesca, con una entidad demográfica similar a la de otros pueblos de litoral como Viveiro, Ribadeo o Pontedeume. Seguramente su población rondaría en torno a 2000 habitantes que quedarían reducidos a 1200 tras el devastador incendio que se produjo en la villa en 1568
Dada las facilidades de defensa y la seguridad que ofrecía, los primeros Austrias decidieron convertir Ferrol en la base de operaciones de sus armadas en sus conflictos con el norte de Europa.
Ello, al contrario de lo que pudiera parecer, supuso la ruina de la Ría. Ferrol era un puerto volcado al comercio con Inglaterra, Francia y los Países Bajos. Así que las guerras que el emperador Carlos V mantuvo contra Francia y especialmente el conflicto que el rey Felipe II mantuvo contra Inglaterra, no sólo cortó el flujo comercial con los puertos atlánticos, sino que convirtió a Ferrol en un enclave de abastecimiento incontrolado de madera, víveres y hombres para los ejércitos reales.
Ello produjo una fuerte depresión en la ciudad, tanto es así que, como dijimos en otro post, las 250 familias residentes en la villa se vieron reducidas a 100 familias empobrecidas y necesitadas.
El gran impulso de Ferrol vino de la decisión del ministro José Patiño, durante el reinado del primer Borbón, Felipe V, de convertir en 1726 en capital del Departamento Marítimo del Norte.
El Arsenal de Ferrol
Inmediatamente se pone en marcha la construcción de un Arsenal y unos grandes astilleros en el pequeño pueblo de A Graña, junto a la ciudad de Ferrol que obligó a los pobladores de la zona a abandonar la agricultura y la pesca para trabajar en las construcciones, ahondando la dependencia de la Armada que ha continuado hasta hoy.
Sin embargo, tras enormes inversiones dilapidadas, en 1748 el rey Fernando VI ordena que los astilleros se trasladen se trasladen a Ferrol, construyéndose los grandes astilleros reales de Esteiro, el barrio de la Magdalena y el Arsenal.
El primer proyecto conocido de Arsenal y defensas de tierra en la ciudad de Ferrol es el del ingeniero real Francisco Montaigú de 1723, mucho antes de la decisión de su traslado desde La Graña. Lo siguientes proyectos de Arsenal son de Cosme Álvarez en 1747. Aprobado en 1750 fue modificado por el ingeniero Jorge Juan y Santacilla y otras aportaciones de notables ingenieros y arquitectos las de Francisco Llobet.
El Arsenal Militar de Ferrol constituye la materialización del diseño ilustrado: una dársena con capacidad para 70 navíos de línea y sus diques, almacenes, talleres… obras todas cuya magnificencia cumplía además el papel de propagar el poder Real. El Arsenal cumpliría también la función defensiva propia y de ciudadela de la Plaza de Ferrol como último reducto ante un posible ataque por tierra. En todas sus construcciones se percibe la obsesión por el orden racionalista: utilidad y ciencia.
Varias imágenes del Arsenal de Ferrol
Durante la Guerra Civil, desde julio de 1936 hasta al menos abril de 1939, sirvió como campo de concentración de prisioneros republicanos, ubicado en las naves de la Escollera. También se utilizaron los buques Contramaestre Casado, Plus Ultra y Genoveva Fierro para recluir a los detenidos. La prensa local dejó constancia de ejecuciones de presos («por traidores a la Patria»), práctica habitual en éste y otros centros de reclusión franquistas durante el conflicto, tras la celebración de juicios sumarísimos.
De la misma época del Arsenal es el Barrio de la Magdalena trazado en cuadrícula convertido en un ejemplo del urbanismo racional de la Ilustración.
El Frente de Tierra de Ferrol
Convertido Ferrol a mediados del siglo XVIII en una de las bases fundamentales de la Armada de la corona, y construidas las defensas marítimas de la Ría basadas en el triángulo de los fuertes de San Martin, San Felipe y La Palma, quedaba pendiente el problema de la defensa terrestre de la ciudad de Ferrol.
Aunque el proyecto de 1723 de Montaigú ya preveía la construcción de una muralla abaluartada para proteger la ciudad y el arsenal, sin embargo, en los proyectos posteriores de Arsenal desarrollados por Cosme Álvarez no se había contemplado.

Consciente de esa debilidad, y tras varios proyectos anteriores, el más significativo de los cuales fue el de Pedro Torbé, en 1768 se dispuso la construcción de la muralla defensiva de la nueva ciudad de Ferrol, encargándose de su diseño a Francisco LLobet. La primera piedra se puso en abril de 1769, pero fue Dionisio Sánchez Aguilera quien las llevó a cabo, quedando finalizadas las obras en agosto de 1774.

El recinto defensivo diseñado por Llobet tenía un perímetro total de 6.856 metros, tuvo un presupuesto inicial de unos 5.300.000 reales de época, incluyendo los gastos de material, la compra de terrenos y los gastos de personal. El recinto se dividía en cuatro partes: la primera enlazaba el Arsenal y el Astillero; la segunda incorporaba las defensas interiores del Astillero; la tercera se extendía entre las ensenadas de Caranza y A Malata y la cuarta unía la ensenada de A Malata con el muelle de Curuxeiras.

La fortificación terrestre, constaba de un total de nueve baluartes. En sus extremos se encontraban las baterías de Caranza y Curuxeiras. Y luego tenía de siete baluartes intermedios: los de San José, del Rey, del Príncipe, del Infante, de San Carlos, de Santiago y de A Malata. Estos baluartes de sólida cantería sobresalían lo máximo posible de las cortinas para ofrecer la mayor cobertura posible a los lienzos más desprotegidos, si bien estos disponían de pequeños bastiones intermedios.
En el perímetro del recinto amurallado se abrían dos puertas terrestres, las de Canido y Caranza, a las que se agregaría en el año 1811 la Puerta Nueva, convertida luego en la principal entrada a la ciudad de Ferrol desde la Carretera de Castilla. Además, existían las desaparecidas puertas de mar de Curuxeiras, San Fernando y la de Fontelonga, de la que todavía se conservan importantes restos.




A partir del ultimo cuarto del siglo XIX, ante el mal estado de las murallas y sobre todo por las limitaciones al desarrollo urbanístico, empieza una fuerte presión al gobierno por parte de particulares y del propio ayuntamiento para que se proceda a su derribo. El proceso de destrucción de las murallas se desarrolla paulatinamente a partir de 1910 y se acrecienta con la llegada del ferrocarril a la ciudad que implica el derribo de todo el flanco occidental.
Para conocer mas sobre la génesis e historia del levantamiento y destrucción de las murallas de Ferrol, podéis descargaros el estudio de Ramón Monteiro Cereijo.
Hoy en la ciudad se pueden encontrar tan sólo restos de lo que fue aquella potente ciudadela. El baluarte de Canido o San Carlos, el de San Xoan en el muelle de Curuxeiras, el del Infante (reformado durante el siglo XIX que hoy alberga el Archivo Militar del Noroeste) y los restos de la Puerta de Fontelonga.
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