Los pazos gallegos
Al igual que sus homónimos portugueses el Pazo gallego surge como representación del poder de la nobleza para el dominio de un territorio. Se tiene noticia de los primeros pazos ya en el siglo XIII cuando primaba en ellos la necesidad de seguridad. Muchos de ellos en realidad son lo que queda de catillos medievales remodelados como residencia palaciega. Los pazos gallegos proliferan a partir del siglo XVI perdiendo ya su carácter defensivo. Pero de ese carácter heredaron torres, almenas o aspilleras.
Se suelen distinguir los pazos de la costa de los de interior. Las condiciones climáticas más duras de los segundos les da un aspecto más cerrado que los de costa.
Hoy os propongo visitar algunos pazos de la comarca de Terras de Soneira y de la de Bergantiños.
Torres de Cereixo – Vimianzo
La villa de Cereixo, que pertenece al Concello de Vimianzo, fue fundada por carta puebla del rey Alfono IX que la visitaría en 1228. Su situación es estratégica pues se sitúa en una península que controla el acceso al interior por la ría de Camariñas. Su puerto al abrigo de los temporales facilitaba el comercio, pero también fue lugar de frecuentes saqueos a lo largo de los siglos XII y XIII por parte de piratas, que llegarían a destruirla totalmente. Asimismo, el lugar era sitio de desembarco de peregrinos que se dirigían a Santiago.
Por ello posiblemente desde el siglo X se construiría una torre defensiva en el lugar, predecesora de las actuales torres que fueron levantadas en el siglo XVI como símbolo de los poderes de los señores que ejercieron jurisdicción sobre estas tierras
Su aspecto militar es evidente. Las dos torres flaquean el cuerpo central construidas con muros de sillería.
Sobre el arco de entrada, se distingue un enorme escudo de los Condes de Maceda y Taboada del s. XVIII, orlado con 18 banderas y coronado por la «M» de los Montenegro. En el muro lateral vemos los emblemas de sus primeros moradores: los Moscoso (una cabeza de lobo); los Carantoña (unas manos); los Caamaño (un pino) y los Guisamonde (una torre).
En la pequeña plaza que se abre ante el portón de estas potentes torres encontramos un carballo centenario que cubre toda la plaza. Hacen falta cuatro personas para abrazarlo. También en la plaza hay que visitar la Iglesia Romárica, pasear por la ribera del río en la que veremos villas señoriales, un monumental hórreo y palomar y más arriba un interesante molino de mareas que está activo desde 1676.
Torres de Allo – Zas
Antes de que existieran las Torres de Allo, que dicen que es uno de los pazos gallegos más antiguos, existió en la cima de una cercana colina un gran castillo, perteneciente a los Condes de Altamira (los mimos de las Torres de Altamira en Brions), que fue ordenado derribar por los Reyes Católicos en su empeño de minar la competencia de las poderosas casas nobles gallegas.
Una de las hijas de la familia, Berenguela Sánchez de Moscoso se casó con el que sería el primero de los Riobóo: Gómes de Riobóo Vilardefrancos; importante vasallo de la Casa de Altamira, seguramente administrador del castillo en ausencia de sus dueños. Para ella mandaron construir más abajo, en la planicie, la llamada ‘casa del Allo’ (referente a ‘ayo’, servidor de las casas nobles)
La Casa de los Riobóo es por una de las grandes casas de la nobleza gallega que desde la época medieval ha tenido una fuerte influencia en esta comarca.

Uno de los episodios más interesantes de su historia fue que uno de los naturalistas más destacados del siglo XIX, Víctor López Seoane, estableció su residencia en las señoriales Torres do Allo dedicando se vida al estudio de la flora y la fauna de Galicia, descubriendo varias especies animales y publicando libros de referencia en su campo.
Las Torres de Allo fueron abandonadas en 1950 comenzando un progresivo proceso de deterioro hasta que fueron compradas en 1998 por la Diputación de La Coruña, para iniciar su rehabilitación y ponerlas a disposición de la ciudadanía para uso cultural, turístico, didáctico y social
Torre de Penela – Cabana de Bergantiños
Aquí hubo una antigua fortificación medieval que protegía el condado de Penela. Fundada por Lope Bermúdez, emparentado -como no- con los Condes de Altamira, formaba parte de una red de fortificaciones fronterizas para la defensa de la comarca de Bergantiños. Con posterioridad pasó a ser patrimonio de los condes de Priegue. Las reformas llevadas a cabo durante el siglo XVII configuraron su actual tipología de residencia palaciega.
Se dice que aquel castillo tuvo tres o cuatro torres. Una de ellas es la única que se conserva en bastante mal estado. Es una torre cuadrada que había tenido cuatro alturas de las que se conservan tan sólo dos
Se decía en 2017 en La Voz de Galicia que Galicia era el país de las torres en ruinas. Pues esta es una de ellas. Su estado de conservación es deplorable. El exterior permanece en pie, pero en el interior se han desplomado la práctica totalidad de los pisos. La escalera de caracol interior está también en ruinas, y los escudos exteriores extremadamente desgastados. El propietario cedió el uso de la torre a los vecinos, que la venían usando como palomar y como alpendre.
Finalmente, el Ayuntamiento de Cabanas ha logrado hacerse con la propiedad en marzo del 2018. Desconozco si se han comenzado obras de rehabilitación, pero conociendo cómo funciona la administración, más bien tiendo a dudarlo.
Cuenta una leyenda que un crucero, hoy situado cerca de la torre, se encontraba antes en la entrada de la fortificación de modo que todo aquel que pasase por delante, quedaba libre de sus perseguidores. Según la leyenda, una mujer se acercó al crucero, siendo apresada justo antes y ajusticiada; los vecinos sintieron pena por ella, “Pena dela”, decían, y así, según la leyenda, se originó el nombre, Penela.
Torre de Nogueira – Coristanco
Al contrario que la de Penela, la Torre de Nogueira originaria del siglo XV está excelentemente conservada por sus actuales propietarios, la familia Rabuñal Pose.
Pese a que originalmente existían dos torres, hoy en día solo se conserva una añadida a un pedazo de lo que fue el cuerpo principal del palacio. La Torre está construida íntegramente con bloques de granito de gran tamaño, tiene planta cuadrada de aproximadamente 8,8 metros de lado y dispone de unos muros de algo más de un metro de grosor. Los paños verticales de edificio solo se interrumpen por las ventanas ojivales de la fachada delantera, rodeadas de grandes dovelas de granito, y por una letrina que se inserta sobre la fachada posterior.
También se observan dos escudos. El primero es el escudo de armas de los Bermúdez y de los Moscoso. Aunque tenía almenas en la parte superior, hoy han desaparecido.
Pazo Vilardefrancos – Carballo
El pazo de Vilar de Francos se remonta a tiempos de Carlos I. Se construyó alrededor de una antigua torre defensiva, del siglo XVI, y está dentro de una gran finca rodeada por una fornida muralla con almenas.
El mayorazgo de Vilar de Francos nace en época de Carlos V, y tiene origen en el matrimonio de un miembro de la familia Pardiñas, que tenían solar en la torre de Pardiñas, con una mujer de los Vilardefrancos. De este linaje es Fabián Pardiñas Vilardefrancos, poeta gallego del siglo XVII que llegó a ser deán de la catedral de Santiago. En el siglo XIX, el pazo sería comprado por los marqueses de Atalaya.
El pazo pertenecía al marqués de Atalaya, José Antonio Martínez de Pisón, que vivió en él hasta los años noventa. Fue militar luchando con el bando franquista en la Guerra Civil. Se salvó del conocido naufragio del buque Castillo de Olite, en el que murieron más de mil personas. La embarcación fue hundida por el ejército republicano en 1939 cuando se dirigía a Cartagena. Cuando murió, su familia lo decidió vender y fue adquirido por un negocio hostelero.
El edificio tiene dos alturas, de planta rectangular y con muros de mampostería. Sobre el edificio sobresale el antiguo torreón del siglo XV con cuatro plantas. Tiene alrededor un hermoso jardín, capilla y hórreo como todo pazo que se precie.

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