Tras más de un mes inactivo en el blog, os propongo ahora adentramos por la impresionante península de Barbanza, entre las rías de Arousa y la de Muros-Noia. Aquí encontraremos vestigios de antiguas estructuras defensivas medievales (como el Castelo da Lua en Rianxo o el Castelo de Vitres en Boiro), castros con sus murallas defensivas (como los de Neixón en Boiro y el imponente castro de Baroña en Porto do Son) e incluso Pazos con torres de claro aspecto defensivo (como el Pazo de Goians en Boiro, la Casa Grande de Aguiar y la Torre de Xunquieras en A Pobra do Caramiñal).

Empezamos por el «Castelo da Lua» en Rianxo, una preciosa localidad arousana, con numerosos encantos. No hay que dejar de visitar el Hórreo de Araño que presume de ser el más largo de Galicia, en reñida disputa con el de Lira en Carnota. Tampoco olvidar su centro histórico en el que destaca la plaza Rafael Dieste. Por supuesto hay que darse un paseo por el frente marítimo que da al puerto y tomarse una ración de xoubas en una terraza a la hora de la puesta del sol.
El «Castelo da Lua» se sitúa en una pequeña península que se denomina Punta do Pazo junto a la desembocadura del río Te, prácticamente debajo de un puente peatonal que conduce a la Playa de la Torre. Poco queda de lo que fue un potente castillo, pero a través de los restos se puede adivinar su estructura básica.

Tenemos además un grabado de las ruinas del castillo de 1850 de J. R. Figueroa, posteriormente reproducido en “El barbero Municipal” en 1913. Ya en ruinas, en este grabado se aprecia la Torre del Homenaje, murallas y la entrada.
La fortaleza fue construida por Paio Gómez Chariño, primer señor jurisdiccional de Rianxo en el siglo XIII, en compensación por su labor en la conquista de Sevilla. El castillo estuvo mezclado en las disputas por el poder entre la familia Soutomaior, como señores del castillo, y el arzobispo de Compostela. En 1426, el rey exige a Paio Gómez de Soutomaior el derribo de la fortaleza, por ser edificada sin permiso del arzobispo de Santiago, pero pasó de hacerlo.
En cambio, si fue derribado en 1465 por la revuelta de los irmandiños y, tras su derrota, vuelto a reconstruir por Soueiro Gómez de Soutomaior. Entre finales del siglo XV y el 1532, el edificio fue usado como prisión, siendo abandonado a partir de esa fecha. Luego se establece entre sus ruinas un alfar de cerámica popular que durará hasta la mitad del siglo XVIII. Como tantos otros castillos, sus piedras fueron expoliadas para otras construcciones, como es el caso del campanario barroco de la iglesia parroquial de Santa Comba de Rianxo.
Hubo una campaña de intervenciones arqueológicas entre 2001 y 2010 (mi visita y las fotos son de 2009) y posteriormente una de restauración en 2018, estando en marcha una segunda fase.
Su nombre (Castillo de la Luna), no fue el original, sino que se empieza a nombrar así a mediados del siglo XIX en el citado artículo de J.R. Figueroa de 1850. Posiblemente por la vinculación con el apellido Luna de una señora del castillo -Xoana de Luna, esposa del mariscal Don Sueiro- o por su representación en uno de los blasones de la familia. Pero existe una leyenda romántica en la que se narra que una pareja de enmarados que huía en barca del castillo fue descubierta por los brillos de la luna nocturna, con el funesto desenlace que se supone.

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Para quien quiera saber más sobre este castillo recomiendo esta página de Rianxo: http://omarfeitotradicion.gal/es/castelodalua