Finalizado mi recorrido por los castillos, torres y fortalezas de Portugal, después de darle muchas vueltas me atrevo a viajar más al norte, a Galicia, tierra a la que me unen fuertes vínculos y que tiene tantas cosas en común con la vecina Portugal.

Galicia tiene una historia convulsa y peculiar que dejó su huella en las diferentes fortificaciones que jalonan su territorio. No olvidemos, para empezar, la cultura castreña de origen celta que -al igual que al norte de Portugal-, nos legó innumerables restos de castros, muchos de los cuales estaban protegidos por fuertes murallas (como el de Baroña o los de Saceda y San Millán en Ourense).
Muchos de estos castros fueron luego romanizados y algunos de ellos convertidos en protociudades. La época romana en cuanto a la arquitectura defensiva nos dejó uno de los monumentos militares más impactantes de España, la muralla de Lugo.

El reino suevo, que fue territorialmente gallego, e influyó de forma importante en la configuración de Galicia, apenas dejó restos constructivos conservados. Del mismo modo, Lo efímero y poco profundo de la época musulmana no dejó vestigios defensivos similares a los que encontramos en parte de la meseta y sobre todo en Andalucía
Ya en la baja edad media, sí que encontramos un buen número de restos de castillos medievales ligados a las luchas de poder entre las casas nobles y entre los reinos en formación. Castillos que en su mayor parte fueron asolados en el siglo XV por la muy intensa e interesante, casi única en España, revuelta de los irmandiños. Esta revuelta de campesinos contra el poder de los nobles o de la Iglesia arrasó la inmensa mayoría de los castillos medievales de Galicia. Muy pocos salieron indemnes y lograron perdurar hasta hoy (es el caso del Castelo de Pambre). Otros quedaron en ruina para siempre y en cambio algunos fueron reconstruidos en los siglos XV y XVI (como el Castelo de Vimianzo).

Una nueva ola de destrucción se abatió sobre los castillos de Galicia tras la orden de los Reyes Católicos de desmocharlos en su lucha contra el poder de la nobleza gallega, siempre levantisca y sospechosa de escasa lealtad hacia los lejanos monarcas.
Peculiar y sin parangón en la arquitectura española son los “pazos” gallegos, tan sólo semejantes a las torres señoriales portuguesas, ubicadas entre el Duero y el Miño. En Galicia surgen en los siglos XIII y XIV como representación del poder de los señores en su dominio del territorio; aunque son construcciones básicamente civiles, lo cierto es que conservan numerosos rasgos militares, propios en origen de la necesidad de seguridad, para las gentes a las que protegía. Muchos de los pazos los construidos en épocas más tardías, conservan esos rasgos militares ya como símbolo de ostentación de sus dueños

A partir del siglo XVI, pero sobre todo intensamente en los siglos XVII y XVIII, se produce un nuevo impulso de fortificación tanto de las costas como de la frontera con Portugal. Numerosos fuertes y fortalezas con el sistema abaluartado se levantan frente al peligro corsario o los enfrentamientos seculares con Portugal.

El plan de este blog
Pues bien, como continuidad de la fortificación de las hermanas tierras portuguesas, me propongo a partir de ahora reflejar de forma lo más exhaustiva posible cada una de estas edificaciones militares de Galicia. Excepto cundo se trata de un sistema que tenga interés tratarlo en conjunto, iremos abordándolas sin orden prestablecido, señalando provincia y Concello en que se ubican.
Vamos a utilizar fotografías que he ido realizando a lo largo del último decenio. Y de no ser así se señalará su autor si se sabe.
Pues eso. Como siempre espero que haya gente que le pueda interesar este nuevo recorrido por la arquitectura defensiva. Seguramente porque sea igual de friki que yo.
Foto de portada: Castelo de Vimianzo
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