Ciertamente parece comprobado que el cerro que actualmente ocupa el «Castelo de Torres Vedras», había sido ya fortificado por los romanos y sin duda en la época musulmana. Pero los vestigios que corroboran esta afirmación no permiten en cambio realizar una interpretación suficientemente fiable de las construcciones levantadas en aquellas épocas más lejanas.

Sólo a partir de la conquista portuguesa se pueden establecer datos más concretos de la evolución del castillo. Torres Vedras fue conquistada a los musulmanes por Afonso Henriquez en 1148 en el marco de su campaña de la toma de Lisboa. Al año siguiente (1149), el soberano donó los dominios del pueblo y su castillo a D. Fuas Roupinho, noble a quien se atribuye la reconstrucción y refuerzo de las murallas de la fortificación. Sin embargo, los restos del castillo que han llegado hasta nosotros proceden mas bien de la época de D. Dinis, si bien muy alterados por las diferentes modificaciones realizadas a lo largo de los siglos, especialmente por la construcción del Pazo de los Alcaides.
Efectivamente, sabemos que, a finales del siglo XIII, en torno a 1288, D. Dinis ordenó la ampliación del conjunto militar, siguiendo el modelo gótico, de ahí la configuración oval del recinto amurallado. La puerta principal, en arco roto, también debe haber sido reformulada en esta época, ya que está protegida por una gran torre cuadrangular, saliente de la muralla, como otros muchos castillo edificados o reformados en esa época.

La tercera gran fase de obras de la fortaleza se desarrolló a comienzos del siglo XVI, durante el reinado de D. Manuel. Las obras se iniciaron en 1516 y se prolongaron al menos hasta el final de esa década. Sobre la puerta principal, se colocaron los elementos identificadores del reinado: el escudo real flanqueado por dos esferas armadas sobre las que se sitúa la cruz de la Orden de Cristo, orden de la que dependía el castillo.
En la parte más elevada del castillo, ya transformada en palacio de los alcaides, se construyó la torre semi-circular que se adhiere por el lado Sudeste, y que conectaba con otra hacia el poniente a través de un tramo de muralla de que aún quedan algunos vestigios.
A pesar de la relevancia estratégica de la fortificación, para comienzos del siglo XVII el castillo ya presentaba en muy mal estado de conservación, lo que terminó de agravar el terremoto de 1755.

No obstante, aunque ya estaba en ruinas, a comienzos del siglo XIX todavía desempeñó un papel importante en la configuración de las llamadas Linhas de Torres Vedras, durante las guerras napoleónicas. Para ello se construyeron nuevos y modernos baluartes y siendo demolida la puerta del castillo. Los trabajos estuvieron a cargo del ingeniero militar Luís Máximo de Sousa Bellegarde. Dentro de la 1ª Línea del sistema defensivo, las obras fueron denominadas “Obra Militar n.º 27″.
Más adelante, en 1846, explotó el polvorín del castillo, lo que llevó a su abandono y la ruina casi integral de la fortaleza. Tras ser declarado en 1957 Inmueble de Interés Público, se desarrollaron numerosas campañas de consolidación y restauración en la segunda mitad del siglo XX.
Ya en el siglo XXI, la sala del Torreón del Castillo fue adaptada como «Centro de Interpretação do Castelo de Torres Vedras» e inaugurada en noviembre de 2013. Este espacio museológico acoge una exposición permanente con piezas provenientes de las excavaciones arqueológicas y de antiguas construcciones de la zona del castillo. Además, todo el recinto del castillo fue enriquecido con paneles explicativos que ayudan al visitante a hacer una lectura correcta de su historia.
Descripción
La muralla exterior es de planta ovalada, con cubos semicilíndricos salientes, estando reforzada por contrafuertes cónicos al sureste y suroeste, y rematada por merlones con saeteras al sur. Sobre la puerta, flanqueada por una torre cuadrangular saliente de la muralla, corre un adarve protegido por merlones con saeteras. La puerta, en arco roto, es coronada por el escudo real entre dos esferas armilares en alto relieve sobre columnas y rematadas por la cruz de la Orden de Cristo.
En la cara interna de la muralla, a la izquierda, hay una escalera para el adarve y, más adelante una rampa y camino que pasa sobre una segunda puerta (de la que sólo quedan algunos vestigios) y prosigue rodeando todo el perímetro amurallado conduciendo a la iglesia, en la parte superior del cerro
La alcazaba, por su parte, presenta planta rectangular irregular a la que se une en avance torre circular con un piso abovedado con múltiples nervaduras sobre ménsulas.
Del antiguo Paço de los Alcaides subsisten los paramentos correspondientes al 1er piso parte del 2º. La puerta principal se encuentra al sur. En el espacio interior sólo subsisten vestigios de las paredes divisorias de las dependencias (atrio, cocina con horno), una escalera al este y dos cisternas tapadas.
La cerca de la villa por otro lado, desapareció casi por completo.
Ver aquí un completo vídeo descriptivo del castillo de Torres Vedras

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