Atravesamos la península de Lisboa para pararnos en el municipio de Alenquer en el que localizamos los restos de dos castillos. Por un lado, el Castillo y la Cerca Urbana del propio Alenquer, y más al noroeste, el Castillo de Vila Verde Dos Francos (que veremos en el siguiente post).
Paree ser que el nombre de la localidad proviene de los Alanos, de tal forma que Alenquer derivaría de la designación germánica “Alan-Kerk” que significa Castillo de los Alanos. Serian estos los que habrían fundado y fortificado la población, aunque de ello no queda vestigio alguno.

Sí parece más claro que los musulmanes fortificaron la población que fue conquistada por Afonso Heriques en 1148 tras dos meses de asedio en su campaña para la toma de Lisboa. Tras la conquista las murallas fueron reparadas y reforzadas y repoblada la villa tras la expulsión de los moros.

En los primeros años del siglo XIII, el castillo era una de las fortalezas más importantes en el área inmediatamente al norte de Lisboa. D. Sancho I mandó construir un Pazo Real que donó a su segunda hija, la Infanta D. Sancha. Esta, ante la negativa de su hermano en reconocer la donación, se vio obligada a refugiarse en el interior de las murallas, las cuales fueron inmediatamente rodeadas por el futuro D. Alfonso II. En este proceso de lucha entre los hermanos, el Papa Inocencio III intervino y cedió el castillo a la Orden del Templo, prueba de la relevancia militar de la estructura en aquella época.
Residencia real al final de la Edad Media, el castillo y las murallas fueron parcialmente destruidas en 1385, por D. João I en represalia porque su alcaide había jurado fidelidad a la causa castellana. Sólo en 1439, cuando la localidad pasó a pertenecer al patrimonio de las reinas, D. Leonor Teles ordenó levantar la cerca derribada.

En el siglo XVI, en la crisis de sucesión, que desembocó en la unión peninsular, el alcaide de Alenquer optó nuevamente por el bando perdedor (en este caso el prior de Crato), lo que llevó a la definitiva decadencia del castillo que no volvió a ser reconstruido. Paulatinamente, pasó a ser utilizado como cantera y, en el siglo XIX, fue el propio ayuntamiento quien demolió algunos de los trozos de la muralla.

Ya en el siglo XX, en torno a 1940, el Estado Novo, con motivo de los dos centenarios, procedió a la reconstitución (más o menos correcta) muy al gusto del Estado Novo salazarista en su afán mitificador de la fundación del reino.
En 1955 el Castillo de Alenquer fue declarado Inmueble de Interés Público. Y en la primera década del siglo XXI se produjeron nuevas obras de consolidación y reconstrucción.
Descripción
El castillo gótico de Alenquer se organizaba en dos recintos diferenciados: en el nivel superior, ajustándose a la topografía del terreno, se ubicaba la alcazaba, de la que sólo quedan vestigios; en el inferior, abarcando un área más amplia, se desarrollaba la cerca que protegía el primitivo aglomerado urbano.

Esta presentaba planta irregular alargada adaptada a la morfología del terreno, siendo de presumir que esa forma fue la que le dieron los musulmanes que construyeron la fortificación.
En el tramo de muralla que se ha conservado, orientado al norte, se conservan tres torres de planta cuadrangular, dos de ellas protegiendo la entrada, de arco pleno. Toda la cerca estaba coronada por merlones rectangulares.
Fuera del recinto, también al norte, se alza la Torre da Couraça, de planta cuadrada, que se eleva a 18,60 metros de altura. Su función era proteger la antigua fuente que abastecía a la población. Bastante modificada en los siglos siguientes, fue aprovechada para fines habitacionales privados. Hoy se encuentra en ruinas.

De acuerdo con varios investigadores, las murallas que envolvían la villa tenían 3 puertas -Puerta da Vila, Puerta de Santo António (inicialmente designada de Carvalho por ir al puente del mismo nombre y luego da Conceiçao) y Puerta de Santiago- y algunos postigos.

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