Castelo e Muralhas de Monsanto

La aldea de Monsanto fue declarada como la más portuguesa de Portugal allá por 1938. Por ello se le concedió un gallo de plata que corona su torre de Lucano. Una aldea con un encanto singular cuyas casas se encuentran empotradas entre los grandes peñascos graníticos de la ladera de la montaña en que se sitúa. Parece como un milagro, algo único digno de visitar.

 

Una aldea entre rocas

Creció en la Edad Media ladera abajo a la sombra del poderoso «Castelo de Monsanto» que la corona. Se trata de un lugar muy antiguo, donde se registra la presencia humana desde el paleolítico. Los vestigios arqueológicos dan cuenta de un castro lusitano y de la ocupación romana en el denominado campo de S. Lourenço, al pie del monte. También se encontraron vestigios de la ocupación visigótica y árabe

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Torre Sur. En primer plano el pozo

Historia del castillo

El Castillo fue construido en el siglo XII por la Orden de los Caballeros Templarios tras recibirlo en donación en 1165 por D. Afonso I con el objetivo de defender la inestable frontera, tanto de los musulmanes recientemente expulsados, como del Reino de León. Su importancia estratégica viene determinada por una posición privilegiada a 758 m. de altura en la cima de un monte que domina todo el paisaje y a tiro de piedra de Penha García y el río Erjas que forma la frontera con León.

Sin embargo, a raíz de un litigio con la Orden del Temple, en 1172 el castillo fue donado por D. Afonso a la Orden de Santiago; donación que fue anulada en 1179 ya que esta Orden combatió junto a León en la guerra entre ambos reinos. El castillo pasó así a posesión de la Corona.

Será luego, a comienzos del siglo XIV durante el reinado de D. Dinis I, cuando se produce la ampliación de la cerca y reconstrucción del castillo. Otra campaña de obras la llevó a cabo Fernando I.

Bajo el reinado de João I (1385-1433) el castillo fue objeto de obras de modernización para intentar adaptarlo a la pirobalística. Se construyó una barbacana y se dispusieron troneras. En 1460, D. Afonso V concede la alcaldía a los condes de Monsanto, dejando así de integrar los bienes regios.

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Monsanto tal como lo representó Duarte de Armas en 1509. Obsérvese la Torre do Pião a la izquierda

En 1509 Duarte de Armas representó la fortificación en su “Livro das Fortalezas”. En aquel momento, el castillo poseía dos puertas de acceso, la más antigua situada entre dos grandes rocas y protegida por dos altos torreones. Las murallas eran defendidas por cuatro torres, además de la torre del homenaje, más alta. El castillo poseía alcaidía y cisterna.

Durante la guerra de la Restauración (1640-1668), la fortificación recibió algunas obras de adaptación a la artillería, con construcción de terraplenes, baterías, apertura de cañones y construcción de cortinas defensivas.

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Batería renacentista junto a la Iglesia de Santa María

Posteriormente tras la guerra de los Siete Años -en 1758- el conde de Lippe manda realizar trabajos esencialmente en los núcleos poblacionales. Así, ordena construir una muralla circundando parte de la capilla de San Miguel, que seguía hacia los llamados Penedos Juntos, y, en la parte baja del pueblo, se levantaron las puertas de San Antonio y la del Espíritu Santo en las entradas de la población, con cortinas aplomadas, y puertas en arco o de verga recta, flanqueadas por fusileras y una garita.

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Porta Espiritu Santo (izq.) y Porta Santo Antonio (der.)

Para las primeras décadas del siglo XIX, en el interior del castillo la antigua casa del alcaide ya había sido transformada en hospital, la torre del homenaje servía de almacén de pólvora y aún existía la cisterna, que recibía agua de los tejados. En la antigua aldea intramuros, la iglesia de Santa María era el almacén de víveres, la torre sur junto a la puerta falsa era el cuartel del gobernador. Todavía se conservaba el gran pozo, pero ya sin las estructuras de la coracha y respectiva torre. Una de las alteraciones más significativas de este período será la construcción de un recinto rectangular, dispuesto ante la puerta norte, formando batería, con cortinas aplomadas, para colocación de piezas de artillería, dando así origen a tres recintos.

Pero la explosión del polvorín a causa de un rayo en 1815 provocó una gran destrucción de la que ya apenas se recuperaría. Para colmo en 1831 se registró el derrumbe de una gran roca granítica que arrasó una buena parte de la muralla exterior.

En 1853 Monsanto perdió el carácter de municipio, pasando a convertirse en freguesía de Idanha-a-Nova, acentuándose el abandono militar del castillo. En 1948 el «Castelo e Muralhas de Monsanto» fueron clasificados como Monumento Nacional.

Descripción

Es complicado describir cómo fue este castillo debido a las muchas trasformaciones sufridas, pero sobre todo debido a la enorme destrucción que sufrió como consecuencia de explosión del polvorín citada en 1815, y el posterior y progresivo abandono.

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Planta del castillo de Monsanto. Elaboración propia sobre SiPA

La fortificación de planta irregular se adapta perfectamente a la morfología del terreno, dominada por afloramientos granítico-ciclópeos. El castillo propiamente se situaba en la parte más alta e inaccesible y con acceso exclusivamente desde la propia villa amurallada.

En el interior del castillo se encontraba la Torre del Homenaje -hoy desaparecida- que fue de las más antiguas de Portugal, una cisterna, la casa del alcaide y otras dependencias.

En cuanto a la cerca urbana mantiene dos puertas, la principal, orientada al norte, y la puerta falsa al sur, ambas en arco de vuelta perfecta sobre impuestas, siendo la principal protegida por barbacana con troneras en cruceta.

 

Detalle de la entrada y Muralla Norte

El recinto comprende además cuatro torres adosadas por el lado exterior de la muralla, dos de planta rectangular y desprovistas de vanos en el lado norte, una torre idéntica en el lado este, y una torre de planta cuadrada en el lado sur, con acceso a través de escalera perpendicular al adarve y presentando puerta de dintel recto en su cara norte.

Dentro de la cerca se desarrollaba el primitivo núcleo poblacional con su iglesia dedicada a Santa María y un gran pozo que estuvo envuelto por una torre de coracha, circular.

La defensa del castillo medieval era complementada con atalayas, en particular la Torre do Pião, implantada en sus inmediaciones, pero que en 1509 ya se había derrumbado una cara como dejó dibujado por Duarte de Armas. También cumplía esa función de vigilancia y alerta la Torre de Lucano construida en 1420 en el núcleo poblacional de San Salvador y que posteriormente fue transformada en torre sineira.

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Ruinas Torre do Pião

La leyenda de la Santa Cruz

La principal celebración de Monsanto es la «Festa de la Divina Santa Cruz», que la tradición relaciona con la leyenda del mismo nombre que se asocia a un legendario cerco del castillo.

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Hay varias versiones de cuando se desarrolló este cerco. En una de ellas fue en el siglo II ac por las tropas del pretor Lucio Emilio Paulo. En otras fue un cerco de los moros en 1230. Pero otras incluso se refieren a un cerco durante las muchas luchas con Castilla

En cualquiera de estas versiones, los sitiadores intentaban rendir por hambre a los defensores del castillo. Después de siete meses de cerco, en la fortificación sólo quedaba una vaca y un saco de trigo. Cuenta la tradición que una de las mujeres propuso entonces una estratagema desesperada para engañar al enemigo: alimentaron la ternera con el último trigo, lanzándola por encima de los muros del castillo, hacia los sitiadores. Al destrozarse en las rocas, estos vieron el vientre lleno de trigo de la ternera, por lo que los pobres ingenuos creyeron que los defensores tenían milagrosamente la despensa llena. Por ello levantaron el cerco y se retiraron de la región. Ea.

En la fiesta anual de la Divina Santa Cruz que se celebra en mayo, las mujeres empiezan subiendo al castillo mientras van tocando los típicos «adufes«, unos panderos cuadrados, y cantando. Cuando llegan arriba tiran desde lo alto de las murallas una tinaja florida, simbolizando aquellos hechos legendarios.

Otra tradición curiosa de esta aldea es la de las «marafonas«, muñecas de trapo, que se hacen por ocasión de estas fiestas, a las que se atribuye el poder de proteger a las casas contra el mal causado por las tormentas y que, para ello, deben dejarlas tumbadas en las camas; otra tradición dice que aporta beneficios de fertilidad.

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Romería de la Fiesta de la Divina Santa Cruz. Youtube

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