Castelo de Castro Laboreiro

El «Castelo de Castro Laboreiro o Laboredo» pertenece al término de Melgaço. Desde esta localidad una carretera serpenteante rodeando laderas de altas montañas graníticas nos lleva hasta esta pequeña aldea, un lugar lleno de encanto e historia con unas estupendas vistas del Parque Nacional Peneda Gerês.

Una curiosidad es que existe una raza autóctona de perro en la zona, el “Cão de Castro Laboreiro”.

La subida al castillo desde la aldea, aunque es algo difícil, merece la pena tanto por las ruinas como por las inmensas vistas. Existen dos accesos desde la aldea hasta el alto del castillo, uno más sencillo que rodea el castillo y otro más directo pero más empinado.

El castillo de Castro Laboreiro no fue una fortificación que viviera grandes hechos de la historia militar portuguesa. Pero su ubicación sobre un macizo rocoso a más de 1000 metros de altitud controlando las tierras altas de Galicia le confieren un carácter emblemático entre los monumentos militares de Portugal.

Los orígenes de Castro Laboreiro son desconocidos, aunque haya autores que le asignen una fundación romana no contrastada. Lo que sí parece más confirmado es que tuvo un papel en la conquista cristiana del territorio. En el siglo X en las campañas de repoblamiento de Alfonso III de León la fortaleza originaria fue donada a D. Hermenegildo.

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Posteriormente, en el siglo XII, en los momentos de la afirmación de Portugal como reino independiente, D. Afonso Henriques arrebató este castillo a León en 1141. De aquella primitiva fortificación se desconoce todo, pero probablemente debía tener un patio interior con torre del homenaje aislada, a la manera de los castillos románicos.

Ciento cincuenta años después, en el reinado de D. Dinis, tuvo lugar la reforma que le proporcionaría el aspecto general que la fortaleza aún mantiene hoy. La acción de este monarca en el Miño es más conocida por la creación de poblaciones fortificadas en el curso final de este río. Pero esta campaña de obras en Castro Laboreiro nos demuestra que también prestó atención a la llamada “raya seca”, donde ya la frontera no la configuran las aguas del Miño.

La fortaleza entonces construida -sobrepuesta a la primitiva de los primeros momentos del siglo X- se compuso con dos recintos murados, de dimensión y funcionalidad distinta. En la parte más alta, donde seguramente se situaba el primitivo reducto, se edificó la estructura principal, con torre del homenaje y cisterna; sería el centro militar o alcazaba.

Hacia el Sur, un segundo recinto, más amplio, servía para reunir ganado y acumular bienes en época de cerco o invasión. Esta función es bastante singular en Portugal y prueba que la actividad ganadera fue primordial en la vida de las comunidades serranas medievales de Castro Laboreiro.

Castro Laboreiro Duarte-
Dibujo de Duarte d’Armas 1509. Vistas Norte y Sur

En 1509 Duarte d’Armas representa la fortificación de Castro Laboreiro sobre acantilados, con la población situada al norte del castillo, a una cota considerablemente inferior. Se representa el castillo como un recinto delimitado por cinco torres cuadrangulares y en el centro la torre del homenaje también de planta cuadrangular. El recinto principal tenía dos puertas, una de entrada directa desde el norte y otra que comunicaba con el recinto mayor. Este segundo recinto a su vez también se dibuja con dos puertas orientadas al este y oeste en la parte sur del mismo.

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Planta de Castro Laboreiro. Retoque propio sobre dibujo de Duarte d’Armas. Se representa el Recinto Principal

El castillo de Castro Laboreiro ya no volvió a ser objeto de grandes obras al nivel de las realizadas en la época de D. Dinis. Con la introducción en las guerras de las armas de artillería, Laboreiro perdió aún más importancia, pues, pese a su ubicación estratégica, se encontraba en una zona interior de muy difícil acceso, menos aún para la artillería. Para 1715 ya había sido desguarnecido.

No obstante, en ese siglo, entre 1766 y 1778, mantuvo una infame función, pues fue utilizado por José Antonio Freire de Andrade, Gobernador de las Armas de la Provincia de Minho, para encerrar hombres y mujeres que se negaban a presentar a sus hijos censados para el servicio militar. Pasaron por esa detención cerca de 400 personas en ese período.

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En las décadas de los años 30 a 50 el Estado fascista desarrolló una amplia campaña para recuperar una supuesta originalidad medieval, y como elemento de propaganda del régimen y como forma de reivindicar un pretendido origen mítico del Estado Novo en la época de afirmación de la nacionalidad portuguesa entre los siglos XI a XIII. Castro Laboreiro, sin embargo, fue relegado por lo que permaneció al margen de ese vasto proceso. No obstante, en 1944 fue clasificado como Monumento Nacional.

Sólo en los años 1979-1980 recibió trabajos de restauración que se limitaron a actuaciones de consolidación y refuerzo estructural, sin adulteraciones notables.

Una vista aérea al castillo de Castro Laboreiro puede visitarse aquí

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