Las torres medievales existentes en el municipio de Vouzela forman parte de un fenómeno que se extendió, de forma más o menos lineal y sincrónica, por toda la Europa medieval. En Portugal tuvo la mayor incidencia en el Norte y en la Beira.
En el contexto de la conquista cristiana de la región, Viseu fue tomada en 1058 a los musulmanes por Fernando I de León (1037-1065). Se creó la «Tierra de Lafões», cuyo centro político y militar se ubicaba en el Monte da Senhora do Castelo, en las inmediaciones de Vouzela, y que comprendía diversas torres señoriales y atalayas, implantadas en diversas poblaciones de ese territorio.
Inspiradas en las torres de homenaje de los castillos, esta construcción fortificada surge entre el los siglos XII y XIII, con una función de vigilancia, pero siendo pronto adoptada como residencia por la pequeña y mediana nobleza como símbolo de dominio, autoridad local y ostentación. Normalmente presentan un modelo cuadrangular con tres o cuatro pisos. La planta baja estaba destinada a almacenes. La entrada daba acceso directo al primer piso, donde el señor recibía a los que lo visitaban. El último piso, de carácter más íntimo, acogía los aposentos de los señores.
En un momento en que la riqueza dependía en muchos casos de la cantidad de tierras poseídas o del número de derechos sobre ellas recaídas, «las casas torre eran el más noble y evidente signo de señorío sobre una tierra». Este tipo de vivienda señorial, de carácter rural, se difundió, sobre todo, en pequeñas zonas alejadas del dominio de las familias de los grandes linajes. En busca de prestigio, del ascenso social, del lucro y del poder, los pequeños linajes edificaban las torres en lugares fértiles, como valles y zonas fecundas en cursos de agua.
Sumariamente, las casas torre observadas en la región son testimonios de una economía basada en la explotación agrícola. Simbolizan la iniciativa individual en la búsqueda del lucro y de la afirmación social. Su existencia demuestra que en el pasado la región de Lafões era un espacio acogedor, fértil, bien localizado, que ofrecía las condiciones necesarias para las pretensiones de la pequeña nobleza y linajes secundarios.
Encontramos en el municipio de Vouzela tres de estas torres: la “Torre de Cambra”, la “Torre de Alcofra” y la “Torre de Vilharigues”.
La Torre de Cambra

La “Torre de Cambra” se levanta en una pequeña elevación en la ladera noroeste de la sierra del Caramulo, entre los ríos Couto, al sur, y Alfusqueiro, al norte.
Se cree que esta «domus fortis» se erigió al final del siglo XIII o al inicio del XIV, con la doble función de vigía (atalaya) y torre señorial. Y que se mantuvo habitada hasta finales del siglo XVI o principios del XVII.

La Torre de Alcofra

La «Torre Alcofra» está situada en el centro de la aldea Cabo de Vila de la freguesía de Alcofra, en posición dominante en la vertiente oeste de la sierra de Caramulo. Es la que se encuentra en mejor estado de las tres del municipio.
Existen evidencias de que en ese lugar existió un castro lusitano y que incluso tuvo ocupación musulmana. Se cree que esta «domus fortis» fue reconstruida hacia el siglo XIV, debiendo remontarse al siglo XII, dada la base en que se asienta. Se desconoce quién la mandó edificar, o quiénes fueron sus propietarios, pero tenía, en su origen, la doble función de vigía y torre señorial.
Entre los siglos XVI y XVII se ha registrado una posible intervención en el inmueble, con la apertura de los vanos en arco abatido en el piso superior.
La Torre de Vilharigues

La “Torre de Vilharigues” se levanta en posición dominante sobre un collado, en la vertiente noroeste de la sierra del Caramulo. Desde su cima se tiene panorama sobre la Vila de Vouzela y Valle de Lafões, así como, hacia el oeste, la aldea de Paços de Vilharigues.
Por el análisis de las características arquitectónicas, en particular los dos matacanes asentados sobre ménsulas en las paredes exteriores, se cree que esta torre señorial, como otras en el municipio, se erigió a finales del siglo XIII o al inicio del XIV. Los cantos rodados, elemento típico de los edificios militares, a pesar de introducirse en el país bajo el rey Alfonso III de Portugal (1248-1279), sólo se convirtieron en parte de las casas fortificadas bajo Dinis I de Portugal (1279-1325). Los indicios de la presencia de almenas y saeteras, elementos típicos de los castillos, y que sólo podían ser utilizados en las viviendas mediante autorización regia, denota la importancia y el prestigio de sus señores.

Era señor de la torre de Vilharigues, D. Vasco Lourenço da Fonseca, casado con Doña Margarida Anes, señores de vastas propiedades en la Tierra de Lafões. Es la única de la tres torres con protección, concretamente a partir de 1944, lo que no evitó que en la segunda mitad del siglo XX muchas de las piedras de la Torre, entonces propiedad de los condes de Tarouca, fueran retiradas y reaprovechadas en la edificación de la Capilla de Santo Amaro situada frente a la misma.
La Torre llegó pues a nuestros días en muy mal estado, pero ha sido recuperada en 2013 de forma bastante original, juntando elementos constructivos «transparentes» a las paredes de granito originales.

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