Situado a medio camino entre Santarém y Porto de Mós, el «Castelo de Alcanede» tenía la función de defensa de los territorios recién conquistados a los musulmanes y también la de garantizar la circulación de personas, mercancías y fuerzas militares entre el norte y el sur y entre el litoral y el interior. Rescatado de la ruina por una intervención de la Dirección General de los Edificios y Monumentos Nacionales, que se desarrolló entre 1941 y 1949, el castillo de Alcanede permanece como testimonio histórico dominando el paisaje, pero no permite hoy comprender su importancia a lo largo de sucesivas olas civilizadoras que aquí se sucedieron.

De fundación probablemente romana, sobre un antiguo castro, la primitiva estructura fue aumentada y renovada durante la Alta Edad Media. Fue conquistado a los musulmanes en 1091 por la incursión del conde D. Henrique, que lo retomaron. Fue ya en tiempos de Afonso I en el siglo XII cuando pasó definitivamente a manos cristianas en el marco de la campaña militar que tomó Lisboa y Santarém a mediados de dicho siglo.
Su primer alcalde fue D. Gonçalo Mendes de Sousa, mayordomo-mayor de D. Afonso Henriques, a quien le correspondió las tareas de reedificar y actualizar el recinto amurallado y de poblar y organizar la villa.
A partir del reinado de D. Dinis, la villa y el castillo de Alcanede pasaron a la posesión de la Orden de Avis. Datan de ese período del primer cuarto del siglo XIV las obras más importantes, como la construcción de la Torre del Homenaje, con su coronación almenada, así como muchas otras construcciones cuyos vestigios fueron identificados en la reedificación de la década del 40 del siglo XX. En 1370, en pleno reinado de D. Fernando, los habitantes de Alcanede fueron excusados de participar en las obras del castillo de Santarém, a cambio de que reparasen las murallas de su propio castillo.
El reinado de D. Manuel significó una nueva era de prosperidad para la villa. Además del foral que otorgó a sus habitantes, en 1514, el rey costeó parte de las obras en el castillo y en la Iglesia matriz, aunque la extensión de la reforma efectuada en ese momento en la fortaleza aún hoy es desconocida.
En gran parte ello se debe a que en 1531 se produjo un violento terremoto que afectó a toda la Estremadura portuguesa y que marcó el inicio de la decadencia del castillo Alcanede. Perdida su función militar, la importancia estratégica del pueblo cayó significativamente y en ningún otro momento de la historia hubo voluntad real para reconstruir el arruinado castillo, fuera por parte de la corona, fuera por iniciativa de la Orden de Avis, a quien el castillo efectivamente pertenecía.
En 1936, la fortaleza estaba ya en avanzado estado de ruina, existiendo apenas «algunos paños de muralla en continua desagregación y dos cuñas»
A partir de 1941 la DGEMN inició una extensa campaña de restauración del castillo inspirada en la mitificación de la fundación de Portugal que impulsó el Estado Novo. Esta campaña se prolongó durante nueve años, dándole al castillo el aspecto que conocemos. Posteriormente, en 1954 y 1973 se realizaron nuevas obras de consolidación y conservación de los paramentos del tramo amurallado.
Descripción

Presenta planta aproximadamente rectangular, con dos grandes torres ligadas por paños de murallas recorridas en lo alto por adarves, separadas por un patio central en el que existe una cisterna abovedada.
El acceso al castillo se realiza por una puerta en arco de vuelta perfecta, coronada por una cartela heráldica con las armas de Avis y de la villa de Alcanede y defendida por una de las citadas torres, albarrana.

La torre del homenaje, orientada al noroeste, presenta planta rectangular y se encuentra parcialmente reconstruida. Además, el paño de muralla orientado al Norte, hacia la sierra tiene adosado tres torreones circulares.
El castillo estaba envuelto por una barbacana, de la que actualmente sólo resta un simple muro.
La leyenda del castillo
La tradición local recuerda la leyenda de un pote con oro y de un pote con peste enterrados en el castillo, versión popular del mito clásico de la Caja de Pandora.