Las «Fortificações de Portalegre» comprenden su castillo medieval, una cerca urbana también medieval y una serie de baluartes levantados en el siglo XVII.
Un breve repaso histórico
Pese a las controversias existentes, lo cierto es que no existe ninguna evidencia de ocupación previa del lugar hasta la época cristiana. Es probable que en el siglo XII existiera un poblado en el valle al este de la Serra da Penha. El nombre de Portalegre vendría de que una de las actividades importantes de la aldea sería la de dar abrigo y víveres a los viajeros (de ahí el nombre de puerto, punto de paso o abastecimiento). Siendo además el lugar apacible (alegre), especialmente por el contraste de sus laderas y valles verdes con el paisaje más árido y monótono al sur y norte.
Con ese trasiego la población prosperó y se sabe que en 1129 era una villa del municipio de Marvão, pasando a ser sede del Concelho en 1253, recibiendo foral en 1259 por D. Afonso III, que parece ser que ordenó construir las primeras fortificaciones las cuales no llegaron a ser completadas.
Fue el rey D. Dinis quien en 1290 ordenó la edificación del Castillo de Portalegre, lo cual denota la importancia estratégica que para el rey tenía en la defensa de la frontera del Alto Alentejo con España, de la que dista tan sólo 11 km. en línea recta. Este hecho provocó un floreciente desarrollo económico de la localidad en estos siglos de la Baja Edad Media.
Cuando falleció D. Afonso III, en 1279, el infante D. Afonso pretendió sucederle en el trono, alegando que D. Dinis era hijo ilegítimo. Portalegre estuvo involucrada en esta querella ya que el Infante Afonso en ella se refugió y, en 1299, fue rodeada por D. Dinis. El cerco duró cinco meses, y después D. Afonso se rindió. Es curioso que D. Dinis cercó las murallas que él mismo había mandado edificar en 1290. Posterior al cerco, el rey remodeló la alcazaba y la torre de menaje y construyó una segunda cerca de que aún hoy existen bastantes tramos.
Imágenes del Castillo
En la crisis dinástica de 1383-1385, con implicaciones castellanas, también Portalegre jugó un papel singular. En efecto la posición del alcaide firme partidario de Leonor y enfrentado al Mestre de Avis (futuro João I), levantó a la población que rodeó el castillo y obligó a huir a su alcaide, Pedro Alvares Pereira, prior de Crato. El ex alcalde moriría en 1385 en la batalla de Aljubarrota, que luchó en el lado opuesto de su hermano Nuño. La madre de los hermanos Alvares Pereira, Frío Gonçalves, vivía en ese momento en «Corro» (ahora Plaza de la República). En gratitud a la actitud de la población, João I, le concedió a la villa el título de “muy leal”
Durante la Guerra de la Restauración, la defensa de este tramo de la frontera vuelve a adquirir importancia estratégica. Por esta razón, se iniciaron obras de modernización y refuerzo del conjunto defensivo, que se desarrollaron entre 1641 y 1646, construyendo un refuerzo abaluartado en determinados tramos de la cerca, en una combinación original de los sistemas modernos y la vieja muralla medieval.
Unas defensas que se mostraron por cierto insuficientes tanto para impedir la ocupación por las tropas hispano-francesas en 1704 durante la guerra de Sucesión española como por los españoles en 1801 durante la guerra de las Naranjas.
En cambio, durante la Guerra Peninsular, Portalegre se rebeló contra tropas napoleónicas invasoras estacionadas en la región en 1808 comandadas por el general francés Loison (alias «la palanca»).
Entre los siglos XVII y XVIII, la prosperidad de la villa es testimoniada por las numerosas construcciones civiles y religiosas en estilo barroco, constituyéndose una potente burguesía comercial e industrial.
Portalegre se convierte en capital del distrito con su nombre, en la formación de los distritos el 18 de julio de 1835.
El crecimiento urbano impuso, a partir del siglo XIX, el abandono, ruina y destrucción de diversos tramos del conjunto militar, clasificado en el siglo XX como Monumento Nacional por decreto publicado el 29 de junio de 1922.
En la década de 1960, se producen obras de consolidación, restauración y reconstrucción. Se eliminaron varias construcciones adosadas a los antiguos muros, reconstituyendo en diversos tramos los parapetos y las almenas.
Murallas
En 1999 se inaugura en el castillo un Museo sobre armería militar que abarca piezas desde el siglo XV hasta la primera guerra mundial. Finalmente, a mediados de la década de 2000 hubo intervenciones en algunas partes de las murallas, que pasaron a ser más accesibles al público, en particular un tramo inmediatamente al norte del castillo y otro tramo junto a la calle de Figueira, debajo del palacio amarillo.
Las fortificaciones
EL CASTILLO O FORTALEZA se localiza en la parte oriental de la ciudad. A pesar de estar considerablemente transformada, mantiene su torre del homenaje, de planta cuadrangular irregular e integrada en la muralla, protegiendo el acceso principal, como fue común en la arquitectura gótica militar. El castillo presenta una planta algo heterodoxa, compuesta por una figura geométrica irregular de ocho lados, aproximadamente redondeada. Queda, además, la torre Norte, actualmente la que tiene mayor altura y se presenta como verdadero símbolo escenográfico del pasado medieval de la ciudad.

En cuanto a LAS MURALLAS que envolvían la primitiva fortaleza se encuentran, también, bastante adulteradas; no obstante, su perímetro es aun fácilmente deducible, ya que los ejes de circulación obedecen al espacio urbano entonces generado y además aún quedan algunos importantes tramos de la misma.
En su conjunto, la cerca dibuja un perímetro redondeado, tan irregular como largo, que tiene la particularidad de envolver el propio castillo. Doce torres unían la estructura amurallada y ocho PUERTAS (del Postigo, del Alegrete, de Elvas, de la Devesa, del Espíritu Santo, del Obispo y de San Francisco) permitían el acceso al interior. De ellas sólo subsisten tres.
Puertas. De izquierda a derecha: del Alegrete, de Crato, de la Devesa y del Postigo
La Puerta del Alegrete hoy conocida también como Arco de San Antonio, que atraviesa una imponente torre, aunque sustancialmente adulterada, ya que en su cima se modificó como terraza y se abrieron cuatro ventanas cuadradas en el piso superior.
La Puerta de Crato, conocida actualmente como Arco del Obispo. Su nombre se debe a que estaba orientada en la salida que se dirigía a esa población que era de gran prestigio en aquella época.
La más importante puerta medieval era, sin embargo, la Puerta de Devesa, situada al Norte, que originalmente estaba flanqueada por dos poderosas torres. cuya configuración original presentaba dos poderosas torres que la protegían. Su nombre tiene su origen en el hecho de separar el pueblo propiamente dicho del campo fértil que allí empezaba.
En cuanto a los restos de la Puerta del Postigo, fue desplazada doce metros al sur en 1934 para ampliar la Rua do Carmo.
Durante la época moderna, la cintura amurallada sufrió obras de refuerzo. Del siglo XVI es la bóveda de la torre del homenaje, polinervada y diseñada para ajustarse al espacio irregular que cubre.
La más importante campaña, sin embargo, ocurrió en el siglo XVII, en el contexto defensivo de las guerras de la Restauración, con la serie de BALUARTES. Las obras se iniciaron en 1641 y estaban concluidas cinco años después. Los baluartes de San Cristóbal, San Pedro y Boavista ilustran esta importante campaña, por su ubicación en estrella, delante de las murallas medievales, pero ligándose a ellas, en un intento de modernización y de mejorar la eficacia de todo el sistema.
Baluartes
Leyendas de Portalegre
Leyenda de la Cueva de la Mora
Dicen que hace muchos años los moros vivían en la Rua da Mouraria. Un día en que estaban en guerra con otro pueblo, un rey moro huyó a la Sierra de la Penha, y se escondió allí con los hidalgos, las joyas y una hija. Pero el otro rey lo descubrió y se fue a la Sierra para matarlo. Entonces, el rey para salvar a su hija la encantó y ella quedó escondida con las joyas, en una cueva que allí existía. Todavía hoy llaman a esa cueva «La Cova da Moura».
Algunas personas mayores dicen que en las noches de luna se veía una princesa vestida de tul blanco pasando en lo alto de la sierra a llorar con nostalgia de los padres, que vio a matar, sin poder ayudarlos.
La leyenda de la Mora de la Provenza
Cerca de la Ribeira de Nisa quedan las ruinas de un convento, que se sitúa en una propiedad que debe haber pertenecido al padre de Nuno Alvares Pereira.
Allí, se dice que en la noche de San Pedro aparece una mora con un tablero con nueces y que las ofrece a la persona que acierte a darles. Sin embargo, nadie se atreve a tirar una nuez, porque si se acierta en determinado fruto se hará rico, pero si no acierta será mordido por una serpiente.
La leyenda de la fundación
Según una leyenda frecuentemente referida, Portalegre habría sido fundada por Lisias en el siglo XII a. C., tras la desaparición de su hija Maia. Esta paseaba con Tobías cuando un vagabundo, Dolme, la secuestra y asesina a Tobías. Lisias se desespera por la desaparición de su hija y va a su búsqueda, acabando por encontrarla muerta junto a un regadío que hoy tiene el nombre de Ribeiro de Baco. Lisias vendrá a morir de alegría cuando juzga haber visto a su hija extenderle sus brazos.
A la ciudad entretanto fundada se le dio el nombre de Amaia (o Ammaia). Lisias también habría construido una fortaleza y un templo dedicado a Baco en el lugar donde hoy se encuentra la Iglesia de San Cristóbal.
Aunque lo cierto es que las ruinas de Ammaia se encuentran en Marvão, cerca de Portagem.
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