El «Castelo de Montalvão» formaba junto con sus vecinos Castelo de Vide y Marvão la defensa de aquel trecho de la Raya. Se sitúa en la cima de un otero junto a la población.

Ya aparece referido en la llamada “Crónica do Mouro Rasis”, en el siglo X. En el siglo XII tras la conquista cristina pasó a integrarse en la llamada “Linha do Tejo”. Fue reconstruid dentro de los esfuerzos de refuerzo de las fronteras de Dinis I de Portugal (1279-1325), que lo donó a la Orden de Cristo, creada por el soberano tras la extinción de la Orden del Temple en 1319.

En tiempos de Manuel I es reflejado en 1509 por Duarte de Armas en su “Livro das Fortalezas”, en el que podemos aprecias una muralla sin torres y una puerta. Este soberano le concedió Ayuntamiento propio, que se mantuvo hasta 1836 en que se extinguió y pasó a ser una freguesía del Ayuntamiento de Nisa

Sufrió obras de renovación de las defensas durante la guerra de Restauración (1640-1668). Curiosamente pese a ser un castillo menor, resistió en 1801 el asalto de las fuerzas españolas, mientras castillos mucho mejor guarnecidos y artillados como Marvão, Portalegre o Castelo de Vide fueron abandonados sin resistencia al invasor
Para 1875, perdida ya su función estratégica y militar, el castillo calló en el abandono. En 1960 fue construid un gran depósito de agua, o que terminó de descaracterizar todo el conjunto. En 2012 fue declarado Monumento de Interés Público.
Presenta planta ovalada con dos torres y cisterna abierta en la plaza de arma. En el interior se encuentra un arca sepulcral de piedra rectangular con una de las caras labrada con elementos vegetalistas y la cruz de Cristo en el centro.
A principios del siglo XVI, Duarte de Armas lo dibujó con tan sólo una muralla, sin ninguna torre anexa, realizándose el acceso al espacio intramuros por puerta única. Esta entrada fue reconstruida un siglo después dándole un aspecto clasicista que aún hoy ostenta, con dintel recto entre pilastras que soportan un arquitrabe, y que contrasta con el aparejo sin duda por presentar una gran ruina, tomando entonces un aspecto clasicista de dintel recto entre pilastras que soportan un arquitrabe, que aún hoy ostenta, y que contrasta con el aparato simple e irregular con el que la cerca que define el castillo fue ejecutada.
Entre los castillos de Montalvão y el de Nisa y Póvoa de San Martín había cuatro atalayas, todas desaparecidas, con las que mantenía contacto visual: una en el collado de Atalaia al noreste de la margen derecha de la Ribeira de Nisa, la atalaya del Fidalgo, en el cabezal del mismo nombre, la de San Miguel, en la sierra de San Miguel, y la Torre de Atalaia, en el cabezal de Atalaia, en el margen izquierdo de la Ribeira de San Juan.
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