El «Castelo de Lousã», que también se conoce como «Castelo de Arouce», se localiza a unos dos km. de la ciudad, en la margen derecha del río Arouce, en posición dominante sobre un estrecho contrafuerte de la sierra de Lousã.
La primera referencia documental a la población de Arouce se remonta a 943, en un contrato firmado entre Zuleima Abaiub, un mozárabe, y el abad Mestulio, del Monasterio de Lorvão, donde se menciona el topónimo «Arauz»
Es comúnmente admitido que la construcción (o reedificación) del Castillo de Arouce se remonta a 1080, cuando la población fue pacíficamente ocupada por el conde Sesnando Davides, gobernador de la circunscripción conimbricense, cuyo mandato le fue otorgado por Fernando de León, soberano que había conquistado Coimbra a los moros en 1064, desplazando la frontera hacia las sierras de la Estrella y de Lousã.

Reconquistado por los moros durante la ofensiva de 1124, fue reocupado y reparado por D. Teresa de León. Con la independencia de Portugal, pasó a integrar la línea defensiva del Mondego, junto a Penela, Soure o Miranda do Corvo, hasta 1147, cuando la conquista de Santarém y de Lisboa por las fuerzas de D. Afonso Henriques desplazó la frontera hacia el Tajo.
En ese período, aquí venía pasar el verano su esposa, la reina D. Mafalda de Saboya, con su corte. En la Carta de Foral que este soberano concedió a Miranda do Corvo (1136), hace alusión al Castillo de Arouce, que vendría a recibir el propio foral en 1151. Más tarde, en 1160, un nuevo documento alude a Lousã, distinta de Arouce, lo que demuestra que la antigua población romana -origen de la actual ciudad de Lousã- volvió a ser ocupada con la pacificación de la región, prosperando de tal forma que recibió foral en 1207, bajo el reinado de D. Alfonso II.
En algún momento del siglo XIV fue erguida la torre del homenaje del Castillo. Lousã fue señoría de los duques de Aviero, hasta 1759 cuando pasó a la corona portuguesa. A partir de entonces, la acción de los elementos, la de los siglos y la de vándalos en busca de los legendarios tesoros de Arouce, causaron significativos daños al monumento, amenazando incluso con el derrumbamiento de la Torre del Homenaje.
En 1910 fue declarado Monumento Nacional. Y ya durante todo el siglo XX se han desarrollado extensas campañas de conservación y reparación, dejando el monumento en buen estado de conservación, preservado en un paisaje forestal, que recuerda los primeros tiempos de la construcción de la nacionalidad portuguesa.
Descripción
El castillo es de pequeñas dimensiones, con planta en formato de hexagonal irregular y construido con esquisto silúrico de la zona y gres blanco en la torre del homenaje.
Las murallas están reforzadas por dos cubos, ambos al oeste. Otros dos cubos semicilíndricos flanquean el portón de entrada en la cara este, por la que se accede al patio de armas con alrededor de 130 m2.
La cima de las murallas es recorrida por un adarve, defendido por merlones achaflanados. Adosada a la muralla, por el lado norte, se alza la Torre del Homenaje, con planta cuadrangular, también almenada. En ella se abre una puerta en arco ojival, al nivel del adarve, con saeteras por el lado opuesto, y dos puertas más en el pavimento superior, una en cada fachada.
La leyenda del tesoro del Castelo de Arouce
De acuerdo con una antigua leyenda, en la época musulmana, el emir Arunce, que había sido derrotado en Conímbriga, erigió este castillo para la protección de su hija Peralta, mientras él viajaba al norte de África en busca de refuerzos contra las tropas cristianas. Junto a sus hijos dejó un considerable tesoro, escondido en el castillo.

Esta leyenda originó que numerosos vándalos se dedicaron durante años a buscar ese tesoro escondido, lo que provocó grandes daños en el castillo, destrozando murallas y torres.
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