También conocida como Castelo, Baluarte o Torre, la Atalaia de Torrejão, se sitúa en un alto sobre la ciudad de Portalegre. Se trata es una insólita construcción de carácter militar, datada de la Edad Media, y que llegó a nuestros días en avanzado estado de ruina. Sobre ella se desconoce casi todo, desde la fecha en que fue erigida hasta su función específica, pasando por eventuales fases de reforma y de actualización estratégico-militar.
De los datos disponibles en la actualidad se deduce que la construcción de esta torre se produce en la Baja Edad Media, muy probablemente en la misma época en que se edificaron el castillo y las murallas góticas de Portalegre. A casi 600 metros de altura, y en posición elevada en relación a la villa, es natural que este monte dominante fuera aprovechado como puesto de vigilancia avanzado, al mismo tiempo que se dotaba al burgo de una estructura defensiva de relieve. Los vestigios materiales que se conservan parecen confirmar una cronología del siglo XIV, como se demuestra por la existencia de matacanes en los ángulos de la construcción.
La torre presenta una gran coherencia programática: planta cuadrada, regular, adapta el terreno a su peculiar implantación, características da a las condiciones del terreno a su peculiar implantación, característica marcadamente gótica, por oposición a las fortalezas románicas cuyo trazado seguía fielmente las curvas de nivel del terreno. Desgraciadamente, el interior del recinto amurallado se encuentra en muy mal estado, con sucesivos derrumbes. Sin embargo, es posible distinguir tres compartimentaciones en la zona central.
En la época moderna, posiblemente hacia el siglo XVIII, la torre fue objeto de una reforma. A pesar de que no podemos identificar con rigor la fecha de esta obra, es natural que esté asociada a la campaña de la fortificación de Portalegre, realizada tras la restauración de la Independencia, en 1640. En efecto, un grabado de inicios del siglo XVIII retrata la fortaleza con un modelo estético moderno. Desgraciadamente, no conocemos suficientemente los contornos de esta última fase constructiva. Todo indica que los trabajos se limitaron a una actualización estratégica del conjunto, pero faltan aún el desescombro del interior y un estudio serio del monumento para que se puedan tener algunas certezas.
Más de dos siglos de abandono determinaron la ruina de considerables secciones del monumento. En 1996 se desmoronó gran parte de la muralla orientada al Norte y la perspectiva inmediata es que también otros puntos de la cerca no resistan si no se produce una actuación de consolidación.
Fuente: DGPC
Deja una respuesta