Una vez finalizado nuestro detallado recorrido por las impresionantes defensas de Cádiz (defensas de la costa andaluza 180 a 191) y San Fernando (defensas de la costa andaluza 173 a 179), damos un salto a la Bahía para situarnos en Puerto Real, cuyas fortificaciones jugaron un papel decisivo en las contiendas en la que se involucraba la Corona (ay!). La verdad es que sólo subsisten restos de las mismas. No obstante, vamos a detenernos en ellas en las próximas entradas del blog: el fuerte de Matagorda, el caño de la Cortadura, el muelle fortificado de Puerto Real y el Fuerte de San Luis. Empezamos pues por el Fuerte o Castillo de Matagorda que jugó un importante papel en todas aquellas contiendas y ataques que afectaron a Cádiz.
Siglo XVI
La primera referencia la encontramos en 1534, cuando el emperador Carlos V ordenó al Concejo de Jerez (del que dependía Puerto Real) la construcción de un torreón en la zona del “pago de Matagorda” para estorbar la llegada de barcos enemigos al interior de la Bahía. No parece que se construyera pues Luis Bravo de Laguna en 1577, durante la visita de inspección para Felipe II, volvió a plantear la construcción de una torre en lo que él llamaba “cabo de Matagorda”. La verdad es que creo que la torre no llegó a ver la luz antes de que se produjera el saqueo inglés de Cádiz en 1596.

Siglo XVII
Ante la conmoción política y económica creada tras ese saqueo y después de solventar las dudas sobre el abandono de Cádiz, Felipe II decidió en 1597 aprobar los proyectos de fortificación para la Bahía elaborados por el ingeniero Cristóbal de Rojas, entre los que se incluía la reconstrucción del fuerte de San Lorenzo del Puntal y un fuerte de nueva planta en Matagorda.
El control del estrecho entre Puntales y la Cabezuela era imprescindible para impedir el acceso de las flotas enemigas al saco interior de la Bahía o para proteger a la armada propia en él resguardada. Posteriormente esa necesidad se vería incrementada con la construcción del Arsenal de La Carraca (que entonces pertenecía al término de Puerto Real) y el establecimiento del Departamento Marítimo Sur en la Isla.
Pero mientras Puntales se terminó en 1623 y pudo repeler el ataque anglo-holandés de 1625, el fuerte de Matagorda estaba a medio acabar por esas fechas y fue tomado y desbaratado por los ingleses.
Muerto Cristóbal de Rojas, el Ingeniero Juan de la Fuente Hurtado había asumido en 1616 la dirección de la construcción. Hicieron falta un millón de pinos procedentes del término de Puerto Real para hacer un estacado que sirviera de cimientos al fuerte. Y hacían falta sesenta mil ducados para la construcción, que se conseguirían con un impuesto sobre el pescado a toda la población de la villa. Pinos e impuestos ¿Quién lo iba a pagar, claro?
No se han conservado planos del proyecto de Cristóbal de Rojas, en que se basó Hurtado, pero de las modificaciones posteriores podemos deducir que se trataba de un pequeño fuerte en forma de T con cuatro ángulos hacia el canal y plano hacia el interior. Un camino que se inundaba con la marea alta lo unía con tierra. Ahora bien, se construyó con materiales de muy mala calidad, lodos, arenas y cascajos, lo que, junto a que no estaba finalizado, permitió que los ingleses lo tomaran y desbarataran en 1625.
Tras este ataque, dado el importante papel que tenía que jugar en la defensa del acceso a la Bahía interior, se intervino en el Fuerte desde los cimientos, sustituyéndose lo que era cal, arena y cascajos por piedra, mampostería y cantería. Sólo hacia mediados de siglo se finalizó esté refuerzo en Matagorda.

Siglo XVIII
Posteriormente, en 1702, durante la guerra de sucesión a la corona, un nuevo ataque de una flota anglo-neerlandesa al mando del almirante británico Sir George Rooke, desembarcaron en Rota y tomaron El Puerto. Tras ello las tropas avanzaron ocupando la abandonada Puerto Real y desde allí se dirigieron hacia Matagorda construyendo una calzada por la zona pantanosa. Los ingleses atacaron por tierra que era la parte más débil del mismo, pero no lograron tomarlo.
Por ello tras el ataque inglés se añadió un nuevo cuerpo en el frente de tierra. En él se instalarían almacenes, cuarto para el oficial de guardia, alojamiento para la tropa y almacenes de pólvora. Mientras que en el original hacia el mar estaban la casa del castellano y la capilla. Los planos de 1724 y una maqueta reflejan esta disposición.

Siglo XIX
Y con ella, sin grandes modificaciones, entraría el Fuerte en el siglo XIX y se enfrentaría a los acontecimientos de la guerra contra la invasión francesa, que ahora eran los enemigos, en vez de los ingleses, ahora aliados.
En efecto, antes de estallar la revuelta de 1808 los franceses eran aliados del monarca Carlos IV y su hijo Fernando. Una flotilla francesa al mando del Almirante Rosilly estaba fondeada en el saco de la Bahía. Conocida la rebelión contra la ocupación francesa, entre el 8 y 14 de junio de 1808, el fuerte de Matagorda jugó un papel esencial en bloquearle la salida y finalmente en su rendición.

Las cosas se invirtieron en 1810. Cuando el 4 de febrero las tropas francesas ocupan Puerto Real, se dirigen al Trocadero y colocan guarnición tanto en el fuerte de Matagorda como en el de San Luis. Matagorda se encontraba abandonado y derruido en la cara que daba al mar, ya que había sido deliberadamente destruido por las tropas aliadas unos días antes, para evitar el ataque de los franceses a Cádiz desde esa posición.
Pero el 21 de febrero un grupo de soldados británicos recupera el fuerte cruzando la bahía de noche y colocan barias piezas de artillería en la parte que mira a tierra para hostigar a los franceses acampados en el Trocadero, con el apoyo de naves sutiles españolas. Hasta abril, cuando los franceses desencadenaron una contraofensiva con un bombardeo intenso que dañó seriamente lo que quedaba del castillo. Cuando el 22 de abril una de las balas hace explotar el polvorín, los soldados ingleses no tuvieron más remedio que evacuar, embarcando en chalupas y dejando a los muertos sin enterrar y la posición seriamente arruinada.
En la defensa del Fuerte de Matagorda destacó Agnews Restón, que acompañó a su marido y se portó heroicamente ayudando a coger agua o ayudando a los heridos.

Tomado lo que quedaba del fuerte por los franceses instalaron allí los morteros Villantroys cuyos fuegos durante el asedio fueron dirigidos especialmente contra el Fuerte de Puntales.
Ya no se recuperó. Y cuando en 1823 las tropas absolutistas de los Cien Mil Hijos de San Luis lograron atravesar el caño de la Cortadura (realizado, como veremos en el siguiente post, expresamente para evitar que se tomara la posición de Matagorda), el lugar cayó de inmediato pues apenas tenía defensa.
En la última parte del siglo XIX hubo proyectos para refortificar el lugar, como el de Rafael Cerero en 1867, pero no llegaron a completarse.

Siglo XX
Careciendo ya de valor militar, fue abandonado y sus ruinas fueron usadas incluso como depósitos de carbón por el astillero en las primeras décadas del siglo XX.

En la actualidad, dentro de la zona histórica del Astillero, donde se encuentra el interesantísimo Museo «El Dique», se pueden visitar las ruinas del fuerte que fueron excavadas en los años noventa. Hay una zona de descanso al aire libre donde puede avistarse la zona interior de la Bahía Gaditana. Además, se consiguieron recuperar varios objetos procedentes del asedio en 1810 y que pueden verse en el Museo, explicando los inicios de la historia del recinto que sería años más tarde conocido como Astillero de Matagorda.