La «Cerca Urbana de Vila Flor» en el distrito de Bragança es otro de las fortificaciones portuguesas de los que restan sólo vestigios tras haber sido demolidas por la expansión urbana en aras de una falsa “modernidad y progreso”.
El primer documento que hace referencia a Vila Flor se remonta a 1286 cuando D. Dinis le concedió carta foral. D. Dinis paró ese año en la localidad camino de la frontera mirandesa para recibir a su futura esposa. De paso cambió el nombre de la población de Póvoa de Além-Sabor por el actual Vila Flor, dice la leyenda que porque quedó rendido ante la belleza del lugar.
El mismo monarca mandó levantar la cerca amurallada y una torre del homenaje, de las cuales poco se conoce.
Durante la Edad Media Vila Flor (que el poeta Cabral Adão llamó “ramo de clavelinas y bien-me-quieres«), tuvo un importante desarrollo que recibió un impulso especial con la acogida de familias judías huidas de las persecuciones europeas que fueron desarrollando la agricultura, el comercio y las industrias de la curtiduría y la orfebrería. D. Manuel I vendría más tarde a atribuir nuevo Foral en 1512 a Vila Flor, reformulando el anterior. De carácter anti-judía, la política de D. Manuel I obligó a la expulsión de los judíos del Municipio pero aún pueden apreciarse ruinas de viviendas y piedras de la calzada de las calles Nova, del Saco y de la Portela.
Por ello, a partir de ese momento la villa empezó a decaer y a perder importancia. Poco a poco la cerca fue demolida y en el siglo XVIII la torre del Homenaje para aprovechar sus piedras de granito en la construcción de la nueva iglesia matriz

De lo que fue la cerca solo queda como testigo una de sus puertas, la llamada Arco de D. Dinis, en arco ligeramente apuntado y defendida por una torre de planta semicircular. Junto a la puerta también se conserva un corto tramo de muralla, prácticamente integrado en las casas circundantes.
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