La aldea andalusí de al-Qanatir (donde hoy se asienta El Puerto) nació a mediados del siglo X como población y puerto fluvio-marítimo dependiente de Saris (Jerez). Este núcleo poblacional se articulaba en torno a una mezquita.

La tormenta llegó con las tropas cristianas. Cuando Alfonso X llega al trono en 1252 continúa la política expansionista de Castilla (en lenguaje de hoy, con todas las distancias, quizás se llamaría imperialismo). La bahía de Cádiz y la cuenca del Guadalete eran territorios bajo dominio musulmán, pero estaban sometidos y controlados directamente por la monarquía castellana a través del vasallaje y el pago de tributos. Pero era un acuerdo inestable, porque Alfonso X pretendía el dominio real de toda la zona con el objetivo declarado que le sirviera de trampolín para el control del Estrecho.

Pero sin población cristiana suficiente para ocupar los territorios conquistados, el dominio castellano en la zona del Guadalete inestable. Y los anhelos de independencia de la población musulmana se acrecentaban a medida que pasaban los años, lo que, unido a los abusos, el incumplimiento de los pactos de vasallaje y los donadíos reales de propiedades que eran musulmanas, llevaron a la rebelión mudéjar en 1264.
Tras derrotar a los rebeldes, el rey castellano, decretó la expulsión de los mudéjares del reino y la repoblación de sus tierras por parte de población cristiana.

En lo que respecta a al-Qanatir (denominado Alcanate por los cristianos), un contingente de tropas castellanas se asentó en 1257 en la aldea andalusí, con la aceptación del wazīr jerezano Abū ʽAmr Ibn Abī Jālid. El proyecto de Alfonso X era el control del Estrecho y llevar la conquista (la “cruzada”) al norte de África. El puerto de Alcanate era ideal como base de partida de su flota. Esta flota, formada por 37 naves y construidas en las Atarazanas sevillanas, parte de Alcanate en septiembre de 1260 y cae por sorpresa sobre la ciudad de Salé (cerca de Rabat), que no estaba fortificada, cometiendo la mayor masacre de la historia de esta ciudad. Hubo además un gran saqueo del que se extrajo mucho botín. Mujeres, niños y ancianos fueron sitiados en la Gran Mezquita y tres mil de ellos fueron capturados y conducidos como esclavos a Sevilla. Cuando el sultán meriní, Yaacub ben Abdelhaq, acude en socorro de la ciudad, las tropas castellanas se retiran tras incendiarla.
A la vuelta del saqueo de Salé, que se conoce como “Fecho de Allende”, el Rey ordenó la toma definitiva de Alcanate, ordenó la expulsión de sus habitantes, la repoblación con población cristiana y renombró la localidad como «Santa María del Puerto».
Hacia 1264 se inicia la transformación de la mezquita en iglesia cristiana fortificada, hoy conocida como Castillo de San Marcos. En 1272 se crea la Orden de Santa María, que fue encargada de la defensa de la ciudad ante las razias benimerines procedentes del Norte de África. En 1281 desparece esta orden al integrarse en la de Santiago. También 1281 es el año en el que el rey otorga la “Carta Puebla” para la ciudad que empezará a llamarse entonces El Puerto de Santa María. Es en ese período cuando se levanta la muralla de la ciudad de la que no quedan apenas restos.

El castillo de San Marcos
Como se ha dicho, en su origen se trataba de una mezquita, el edificio más importante de la aldea musulmana de Al-Qanatir. El templo fue levantado con materiales de acarreo, probablemente procedentes de otro edificio romano más antiguo. Poseía planta de tres naves dividida en cuatro tramos, patio -sahn-, alminar o torre y el muro principal o muro de la quibla, en cuyo centro se abría un recinto sagrado -el mihrab-. Tanto el muro de la quibla como el mihrab, fueron ocultos con un tabique por orden del rey. No se descubrió el tesoro que ocultaba hasta los años 40 del siglo XX cuando cayó ese tabique.



La segunda etapa del edificio se corresponde a su transformación como santuario cristiano que se inicia por orden de Alfonso X en torno a 1264. Se emplearon de nuevo sillares y columnas romanas de acarreo. Varias de estas columnas se conservan hoy adosadas a pilares. Esta reforma y construcción cristiana fue desarrollada por el alarife Alí y el edificio fue pronto convertido en un importante centro de peregrinación, que destacaría como elemento singular de la población.
La reconstrucción como iglesia cristiana afectó al edificio en su totalidad realizándose una serie de importantes transformaciones tanto en el exterior como en el interior. Se abandonó el antiguo eje transversal de la capilla hacia el muro de la quibla, orientándola al lado norte, y abriendo una capilla mayor o ábside que se convertiría entonces en principal. Esta nueva cámara es de estilo gótico y se cubre con bóveda de crucería. La capilla ocupa la parte inferior de la torre principal del castillo -Torre del Homenaje- que se levantó probablemente en el mismo lugar donde podía haber estado el alminar de la antigua mezquita. A costa del patio -que quedó muy reducido- se amplió todo el oratorio convertido en una gran sala que queda a la izquierda de la entrada actual.



El edificio adoptó la forma de un recinto rectangular flanqueado por ocho torres. Todas ellas poseen decoración almohade, están rematadas por almenas en picos y presentan antiguos signos de canteros en sus zonas bajas. El conjunto se rodeaba de una muralla o cerca no muy alta.
La otra gran transformación se produjo a fines del siglo XV y principios del XVI (1454-1501), cuando se realizaron nuevas obras de reforma y consolidación del conjunto a cargo de Luis de la Cerda, duque de Medinaceli. Estas consistieron en el recrecido de las torres incluida la del Homenaje y la torre sur -que ostenta el blasón de la casa de La Cerda-, el refuerzo de la cerca exterior, la apertura que da a la plaza y la construcción de un nuevo cuerpo adosado a modo de sacristía, con lo que se potenciaron nuevamente sus valores militar y religioso. La Sacristía fue definitivamente terminada en el siglo XVII por el arquitecto Francisco de Guindos.

Posteriormente sufriría nuevos cambios; así al siglo XVIII corresponden la espadaña y el campanario de la torre principal.
El Castillo fue sede del Concejo hasta 1729, año en que se produce la incorporación de El Puerto a la Corona castellana tras un largo periodo de dependencia señorial de los Medinaceli. Fue utilizado como iglesia hasta el siglo XIX y más tarde se readaptaría para viviendas, hasta que a mediados del siglo XX se acometiera la última gran remodelación, en la que el edificio adoptó su actual imagen.


En las reformas realizadas en esa época por el investigador portuense D. Hipólito Sancho y el arquitecto Luis Menéndez Pidal y Álvarez, se restauraron interiores y exteriores, reunificándose su doble origen islámico-gótico: al interior se añadieron arcos de herradura y elementos decorativos como cordobanes, vidrieras, una reja, el recubrimiento interior del mihrab…. En el exterior, corresponde a estos años la decoración pictórica de castillos y leones y las leyendas marianas, al igual que toda la restauración de torres y almenas, que en aquellos años se encontraba en pésimas condiciones. Estilos almohade y gótico vuelven a fundirse nuevamente como en su primitivo origen.

El Castillo de San Marcos constituye fachada principal de la tradicional plaza que comparte su nombre con el del rey que lo mandara reconstruir en la época fundacional de la ciudad. Declarado Bien de Interés Cultural desde 1920, actualmente es propiedad de Bodegas Caballero y se encuentra abierto al público para su visita, se organizan eventos y es sede de la cátedra de estudios Alfonso X.

Las murallas medievales de El Puerto
Para organizar la defensa del núcleo urbano y de la población ante el temor por los ataques benimerines, se construyó hacia el año 1277 un recinto amurallado, cuyo perímetro fue aproximadamente de 1.475 metros y englobó un espacio de 142.000 metros cuadrados.

Es posible que ya a finales del mismo siglo XIII los ataques aludidos dejaran inservible y en ruinas las murallas. Hoy los únicos restos materiales documentados hasta la fecha de la muralla corresponden a los descubiertos en la intervención arqueológica de la c/ Ricardo Alcón nº 24. Por sus características, el muro hallado está construido con aparejo de mampostería de piedra arenisca y ostionera en lienzos exteriores, relleno de tapial de hormigón fabricado con argamasa de cal y arena, arcilla, fragmentos de ladrillo y guijarros pequeños de caliza.
Vídeo
En Youtube sobre el Castillo de San Marcos: https://youtu.be/B7qQ708_NN8
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