El «Castelo de Sortelha» es definitivamente de los que no hay que perderse. Se trata de una verdadera aldea medieval toda de piedra con su cerca murada y su castillo muy bien conservado. Porque da la impresión de que aquí nunca se abandonó la Edad Media. “Rehabilitada eso sí y prácticamente como un pueblo fantasma, aguanta estoica amarrada a esas rocas donde se levanta su castillo, su muralla y sus viviendas. Porque en Sortelha es difícil distinguir donde acaba la masa granítica y donde empieza una edificación. Como ocurre en esa otra joya portuguesa llamada Monsanto, la roca y la mano del hombre se fusionan en perfecta armonía como si las casas hubiesen nacido como setas de la inerte piedra”.

Lo que se conoce sobre el pasado lejano de este lugar es muy poco, aunque algunos autores apuntan a un castro prehistórico posteriormente romanizado, pero no hay confirmación de ello hasta el momento.
Lo que se sabe con seguridad se refiere al reinado del monarca portugués Sancho I, que fundó la villa entre los años 1210 y 1212, dentro la ola de poblamiento de la Beira Interior que se produjo en estos inicios del siglo XIII.
En todo caso se sabe que para el año 1220 el castillo ya estaba construido, por lo que es de suponer que pertenece a estos inicios del siglo XIII la Torre del Homenaje y gran parte de la Alcazaba. En efecto, la gran torre cuadrangular del Homenaje revela un sistema constructivo muy propio de la arquitectura militar románica, por sus modestas dimensiones, implantación en el centro del recinto y apoyo sobre el macizo granítico. Ochenta años después de los primeros castillos románicos portugués, construidos por los templarios, este sistema defensivo -con la torre del homenaje central y aislada- resultaron ser bastante eficaces para las condiciones de la guerra medieval, en una zona especialmente sensible, dada la proximidad al reino de León y las siempre discutidas tierras de Riba-Côa.
Las murallas de la villa deben haber sido levantadas tras la finalización de las obras en la alcazaba. Es probable que daten ya del siglo XIV, tras la ola de refuerzo de los castillos de la zona promovida por D. Dinis, o, más tarde, por D. Fernando, en el contexto de las guerras contra Castilla. El hecho de que la villa fuera galardonada con nuevo foral por Sancho II en 1228 y de tener carta de feria desde D. Dinis, prueba la importancia de la localidad en el contexto regional, a pesar de los intentos de la villa del Sabugal en minimizar su existencia como polo poblacional y económico de cierta relevancia.
Fueron muchas las transformaciones sufridas por el castillo en los siglos posteriores. En el período de Manuel I la transición a la pirobalística determinó considerables modificaciones. Este soberano otorgó el «Foral Novo» a la villa en 1510, asegurándole el privilegio de que sus habitantes no estaban obligados a dar alojamiento a los grandes y pequeños del reino, si esa era la voluntad del pueblo de Sortelha. Este soberano también inició una campaña de obras en el castillo, entre las cuales subsisten las armas manuelinas sobre su puerta y el llamado «Balcón del Juez» también conocido como «Balcón de Pilatos», que se levanta sobre la puerta orientada al noroeste.
Interior del Castillo
En Sortelha, D. João III estableció la cabeza de un condado, que entregó en 1527 a su guarda-mayor, Luis de la Silveira, circunstancia que testimonia la relevancia de la localidad por esa altura. En el siglo XVII, en la guerra de restauración, nuevas obras reforzaron la estructura, colmando y reformando partes deterioradas. Por esa misma altura, el recinto fue adaptado como prisión.
Desguarnecido posteriormente, cuando la sede del Consejo fue extinguida en 1855 pasando a constituir una freguesía de Sabugal, tanto el pueblo como su castillo entraron en proceso de decadencia.
El «Balcón del Juez o de Pilatos»
En 1910 el conjunto fue clasificado como Monumento Nacional. Entre 1940 y 1952, numerosas partes fueron reconstruidas, en un proceso que pretendió reinventar parcialmente el castillo, dentro de la visión mítica de la fundación de Portugal del Estado Novo. En la década de 90, el Programa de las Aldeas Históricas desarrolló también numerosas intervenciones en el núcleo intramuros, destacando las primeras excavaciones arqueológicas y la perspectiva global de rehabilitación de toda la villa.
Descripción

La cortina de murallas que rodea el antiguo núcleo urbano es de trazado elíptico irregular y está parcialmente apoyada en afloramientos rocosos, que predominan al este y al sur. Está atravesada por cuatro puertas: la «Porta da Vila» orientada al este; en el lado opuesto, la «Porta Nova da Vila», que tiene esculpidas en el pie derecho las medidas estándar de la vara y del codo en uso en el antiguo Municipio; al noroeste se abre la «Porta Falsa», en arco roto, habiendo otra de igual denominación al sur, junto al Castillo. Al noroeste, junto a la primera «Porta Falsa», se eleva la «Torre do Facho», de planta cuadrangular, con basamento escalonado y desprovisto de vanos. En la esquina sureste, junto a la «Porta da Vila», un pequeño torreón de vigilancia sobre el adarve, de planta circular y coronamiento cónico. En él se erigió un marco geodésico, señalando el punto más alto de la región.

El castillo es un típico castillo roquero, integrado en la periferia del antiguo núcleo urbano amurallado. El castillo se sitúa al sureste, interrumpiendo la muralla de la villa y desarrollándose hacia el exterior en dirección noreste, con trazado elíptico, estrecho, muy irregular. Dispone de una estrecha barbacana abierta por dos puertas: al oeste la “Porta do Castelo, guardada por un balcón rectangular con matacanes y troneras (el “Balcón del Juez”), junto al que se sitúa el escudo real manuelino. Al Sur se abre la “Porta Falsa”.
Porta Nova da Vila y Porta da Vila
En el interior del recinto, con pavimento de tierra batida donde son visibles algunos restos de estructuras, se abre una cisterna de parapeto rectangular y se eleva la “Torre del Homenaje” sobre un acantilado adosada a la muralla del lado noroeste. Esta torre presenta planta rectangular, de piso único, con un embasamiento escalonado, una puerta al sureste. El acceso a la «Balcón del Juez» se hace por el adarve.
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